Las burlas

Burla

Dos auxiliares de vuelo de la compañía aérea CityJet han sido expedientados por las bromas lanzadas al dar las instrucciones de seguridad a los pasajeros: «Rogamos que su cinturón de seguridad Gucci esté debidamente asegurado», «Los chalecos salvavidas Chanel se encuentran debajo de sus asientos», «Los padres que viajen con sus hijos deben, en caso de accidente, ajustarse primero su propia máscara de oxígeno antes de colocar la de sus hijos: después, pueden comenzar a ponérsela al hijo que sea de su preferencia». Yo no sé situarme cómodamente ante estas cuestiones, porque estoy siempre a mitad de camino entre pensar que son cosas que no se deben hacer para, enseguida, quitarles importancia. No se puede negar que son bromas que muchos pueden considerar molestas, pero no es menos cierto que, entre el tedioso proceso desganado y rutinario de las necesarias instrucciones en el comienzo de los vuelos, quizá estas chispas de humor pueden relajar a los pasajeros e incluso acrecentar su atención.

Desde luego, me molesta el sentido hipertranscentente y serios del que algunos quieren siempre revestir todos los elementos de su vida. Recuerdo todavía el caso de un profesor de instituto apartado de sus funciones por insultar a sus alumnos. Que quede bien claro, desde el principio, que no justifico que se falte el respeto a nadie, pero me gustaría también haber conocido el contexto justo en el que este profesor llamaba a alguien negrito, ketama, Maripili, chinita tú chinito yo, respectivamente, a un alumno negro, uno marroquí, un alumno que mostró un ramalazo o una china. Quizás tengan razón en reprobar en este profesor un comportamiento inconveniente, pero tengo muchas dudas de que éste pueda ser tildado de xenófobo o machista.

Precisamente por eso, me parece que todas las cuestiones que giran en torno al lenguaje son una broma. ¿No será una broma lo de Aído con los miembros y miembras? ¿No será una broma que no descarte poder incluir la expresión en el diccionario, como dijo más tarde? Como todos somos muy graciosos, igual estaba gastándonos una broma a todos que, pobres ilusos, creíamos que el Diccionario académico lo hacen lo mejor que pueden, con sus aciertos y sus errores, los académicos de la RAE. Que para eso están. Seguro que sí, seguro, seguro. Porque continúan la broma de Carmen Romero cuando se dirigió a un grupo de «jóvenes y jóvenas» (gracieta que ha vuelto a proferir Elena Valenciano). Será una broma, también, el que diga que el lenguaje es sexista. El lenguaje es un código construido por una sociedad, lo cual no es ninguna broma. Y, lo mismo que la sociedad, el lenguaje evoluciona con el uso. Sí puede ser una broma que un parlamento autonómico vote si lo que se habla en la región es lengua o dialecto, como ocurrió con el valenciano. Un día podrán someter a votación la ley de gravitación universal. También puede calificarse de broma el que la lengua que hablamos en este y, afortunadamente, en otros muchos benditos países, se llame aquí, en su cuna, de manera diferente a como se la conoce en el resto del mundo (sería como si yo me llamase Raúl en España y, cuando saliese de ella y en todo documento oficial me llamase Manolo). ¿Es tan difícil, en el mundo globalizado, aceptar que hay palabras comunes? ¿Es tan complicado entender que el lenguaje lo crea la aceptación general de las personas que lo hablan?

Será una broma -imagino- que algunos afirmen que el problema del sexismo en el lenguaje se agrava por el hecho de que los académicos sean mayoritariamente varones (y siempre, con mayor o menor intención, aparece el nombre de Pérez-Reverte, defensor de la prudencia exultante y con conocimiento de causa). No es una broma, en cambio, manifestar el hecho de que las instituciones deben de incorporar a las personas que lo merecen, y aquí el machismo sí ha hecho de las suyas (una de nuestras mejores lexicógrafas, María Moliner, no tuvo el asiento que merecía). Como no es una broma, las mujeres van incorporándose en proporción superior a la de los hombres a los oficios con un acceso de valía, codos y oposición. Y es justo que así sea. Seguro que es una broma que Soledad Gallego Díaz piense que hemos dado demasiada importancia a una o o una a y que esa relevancia procede, precisamente, de un acoso machista. En efecto, debe de ser una broma. He tenido la suerte y la desgracia de impartir varios cursos de Modernización del lenguaje administrativo para los funcionarios de la Junta de Castilla y León. Y el Manual de estilo de estilo del lenguaje administrativo del antiguo MAP y los consejos y consejas del Instituto de la Mujer al respecto eran una de esas bromas que te hacen despertar sobresaltado por las noches.

La violencia, la discriminación, la sociedad patriarcalizada no son ninguna broma. El lenguaje tampoco lo es. Ahora sí, sirve para hacer gracias. Algunas de ellas, con consecuencias muy graciosas. Si no, que se lo digan a los auxiliares de vuelo de CityJet. Eso les pasa por gastar bromas (bueno, está bien, basta de bromas: bromos).

(Imagen de mirkillo)

5 comentarios en “Las burlas”

  1. El lenguaje es rico y hay que emplearlo con inteligencia, ahí reside la diferencia, el resto se sitúa al borde de la majadería.

    Las personas deben alcanzar su estatus por su valía personal y profesional, cosa que sigue sin pasar.

    La ley de la paridad lo único que nos ha traído es la igualdad de burros: igual número de burros que de burras.

  2. Bernardo Fernandez V

    Tranquilo lo de miembros y miembras no es una broma, la pobre es así U_U igualita que sus compañeros.

    PD: Lo de "> de estado" de antes a estado supino XD

  3. No se hasta que punto esta justificada la idea de querer incluir "miembra" en el diccionario solamente por cometer un gazapo léxico. Es lo que tiene ser un cargo del estado, o mejor dicho, una "carga" del estado.

    Un saludo.

  4. Qué razón tienes… Anda que lo de miembros y miembras, mejor ni comentarlo… Algunas cosas hay que tomárselas con humor… Feliz domingo!!!!!!!!!

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