Las partes del cuerpo

Hay partes del cuerpo mucho más valoradas que otras. Pero siempre el reconocimiento depende mucho del contexto. Por ejemplo, si yo digo que los pies están sobrevalorados vosotros me diréis que no, que no tanto. Todavía no se ha creado gran discriminación racial por tener un pie egipcio o griego, pero cuando hay veintidós tíos que sí dan pie y bolo, van y ganan una pasta. Los pies son los grandes abanderados del polvo de talco y las plantillas que devoran el olor, pero no tienen nada que ver con la sofisticación del cuidado de las manos. A no ser que vayas con sandalias (o Adidas «Jesucristo»; las Adidas «Moisés» son zapatillas de suela de cáñamo), la pedicura está muy atrás de la manicura y las citadas plantillas en nada pueden competir con las cremas con las que enfundamos nuestras manos.

En esto de las partes del cuerpo, la apreciación va por barrios, pero -sobre todo- por sexos. Las mujeres se fijan más en unas partes del cuerpo (eso dicen, al menos) y los hombres nos fijamos en otras. Bien es cierto que no todos los hombres somos iguales, pese a lo que diga el dicho, y no todos nos fijamos en lo mismo, porque en todo hay perspectivas, de frente o de espaldas. Lo dicho, dicho queda, así que no digo nada. Las orejas sólo son discriminadas cuando son muy grandes o muy peludas. Conozco a uno que lleva el mismo corte de pelo desde que era pequeño. Incluso tras sus esporádicas visitas al peluquero, se deja unas briznas de pelo que enfundan sus grandes orejas. Como somos de confianza, he de decir que yo las he visto. Y no destacan tanto por grandes como por dejar pasar la luz en tonos de pergamino. Milagroso.

Hay partes del cuerpo que sirven para exagerar. De las mujeres, la que no lleve relleno que tire la primera teta. En cuanto a los chicos, albergamos jocosas interpretaciones del sistema métrico a nuestro favor, pero en cuanto nos enseñan un vaso de tubo nos echamos a temblar. El pelo sirve para echarse mechas o para afeitarse, si estás calvo y quieres disimular. La nariz sólo puede disimularse con un pañuelo y catarro sempiterno o con un paseíto por el quirófano. Las piernas pueden ser largas o cortas, pero nunca curvas… a no ser que lleves un polo de la Martina para jugar al Polo de la competencia. El corazón es el gran socorrido, ahora que falta poco para San Valentín, pero aporta muchas más satisfacciones el estómago, a no ser que se esté en una varonil y decadente cuarentena. La espalda, todo un mito. Te puede hasta tocar la loteria con un buen frote ajeno, pero nada te exime por estar cachas, porque todo depende de las pr0porciones («Ancho de espaldas y estrecho de culo, maricón seguro»). Los labios y mandíbulas, todo un poema. Si tienes labio leporino te toman por un zangolotino. Y si tienes la mandíbula invertida bebes gratis cuando llueve. 

En fin, esto se alarga más que los intestinos puestos en «recto», así que acabo abogando por los grandes desconocidos. Entre todos, yo me quedo con el «tercer ojo». Pero no seáis guarros, que me refiero a la glándula pineal, integradora, según Descartes de cuerpo y alma. Y perdón, pero es una noche de sábado. Todo sea por la filosofía. 

(Imagen de Nintoto)

6 comentarios en “Las partes del cuerpo”

  1. ¡Mujeres del mundo, unámonos!

    ¡demostremos de una vez por todas que es todo natural!

    ¡fuera sostenes opresores!

    ¡aticemos con ellos a don Raúl por blasfemo!

    ¡porque todo lo que lucimos es nuestro!

    ¿no?

  2. Buenos días:

    Gracias por tu trabajo en la noche del sábado, que verdaderamente demuestra tu amor por la filosofía, y por hacer un buen blog. Tu entrada, -amena como siempre-, nos lleva al interesantísimo texto del Dr. Rick Strassman. El video, para ver y volver a ver.

    Gracias.

  3. Muy interesante lo de la glándula pineal (acabo de ver el video) quizá será debido a esta glándula porque en la agonía de los moribundos parece que estén en otra estratosfera de la psique. Pues eso me tranquiliza porque será igual que haber tomado un trippy y eso, que quieres que te diga, sosiega mis inquietudes para ese momento crucial de la vida… Muchos besotes, M.

  4. ¡SAN VALENTIN! Otra celebración norteamericana que no pega ni con cola en España. Solo sirve para consumir y consumir más. Odio que estas "fiestas" americanas hayan calado tanto aquí. Referente a los cuerpos, me gusta todo si está armónicamente distribuido… Besotes, M.

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