Un poco de calor y mejillas acaloradas

spring

Hoy ha olido a primavera en Burgos. El mercurio, acostumbrado a cobijarse en la parte baja del termómetro, ha decidido acompañar al sol y elevarse alto, con esas temperaturas que hacen que la gente salga a la calle y  que demuestra que Burgos es una ciudad con vida más allá del calor concentrado de los bares. Hacía falta calor en los cuerpos y en los corazones. Entre los descansos del trabajo, me he puesto a la tarea ingrata de pensar sobre nuestras vidas y he pensado en la mía. Dulcemente. Poco a poco. Debo de tener un síndrome, porque cada vez soy menos tolerante con las personas que me rodean (exceptuando un círculo cerrado de amigos, familia y gente a la que tengo un respeto sincero). Me molesta especialmente esa tendencia a ser «Maricón el último» y, mucho más que esto, me molesta esa tendencia victimista de los corderillos inocentes que aparentan no haber tirado ninguna piedra. Nunca. A nadie. El calor, esta tarde, ha provocado que mi sangre se encienda y se niegue a poner más mejillas de las que quepan en una cara normal y corriente. He pensado que cada cual es víctima de sus decisiones, de sus errores y de sus omisiones de auxilio y compañerismo. Los mofletes no están hechos para acalorarse a base de bofetadas, sino del sano calor tibio de estos días cercanos a la primavera. Lo digo como advertencia a los hijosdelagrán que andan por ahí sueltos. Que hace mucho tiempo que no sale a pasear mi tendencia cañera. Así que mariconadas, las justas.

(Imagen de Víctor Nuño)

5 comentarios en “Un poco de calor y mejillas acaloradas”

  1. Es la tercera vez que trato de decirque mal de muchos… Solo en esta ultima semana he conocido a mas de diez hijos de la gran… Pero como decia Loquillo: "A por ellos que son pocos y cobardes" (Si esta vez no se publica, desisto).

  2. A. albus crece de forma silvestre en praderas y llanuras soleadas de España

    Voy corriendo por la orilla del Arlanzón en

    dirección a Gamonal, Las únicas flores

    que encuentro a mi paso son pequeñas margaritas

    que nacen entre la hierba que cubre las

    orillas del río. Una nube de edificaciones se

    levanta sobre los antiguos terrenos donde los burgaleses

    se enfrentaron a las tropas de Napoleón,

    y los jardines han sustituido a los antiguos campos.

    En ellos solo hay violetas, pensamientos o

    alguna rosa asfixiada por la polución. No hay rastro

    de las flores que busco.

    (Jovenes escritores.Burgos al natural un entorno que cambia

    Pablo Quintana Jabato)

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