La rosa. El nombre. Las preguntas

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Ayer fue un día de orgullo para la Universidad de Burgos: por la mañana, recibía el doctorado honoris causa y, por la tarde, se celebraba un encuentro con Umberto Eco en el Teatro Principal. Desde el punto personal, fue un día feliz. Desde el punto de vista de la ficción, Eco es uno de los narradores más hábiles que conozco. Desde el punto de vista teórico, las investigaciones de Eco han acompañado mi vida académica en muchos sentidos: primero, como profesor de Semiótica en el Grado en Español de mi universidad; segundo, como investigador de la cultura medieval (mi tesis doctoral reflexionaba sobre aspectos lingüísticos y teórico literarios de la literatura del Medievo y dediqué, en su día, un extenso estudio –no publicado– a la filosofía de San Buenaventura, un filósofo franciscano del siglo XIII); tercero, como interesado en la indagación de los aspectos relativos a los mass media. De alguna manera, veo en Eco el reflejo de lo que me gustaría ser y el imposible de alcanzarlo.

En el encuentro arriba mencionado, los asistentes teníamos la posibilidad de hacer preguntas por escrito. Eco fue desgranando con acierto, inteligencia y gran sentido del humor todas las cuestiones que le plantearon. Las primeras palabras de Eco creo que impidieron que se le plantease mi pregunta. Umberto Eco empezó diciendo que había algunas preguntas tontas que siempre se le planteaban en este tipo de encuentros. Una de ellas era por qué había llamado así a su novela El nombre de la rosa, a lo que él mismo, con ironía, respondió: «Porque Pinocho estaba ya registrado».

Mi pregunta podía sonar a algo parecido (puede que, por eso, los moderadores decidieron descartarla; puede también, que lo impidiese el tiempo y la cantidad de cuestiones que se le plantearon), pero no lo era en absoluto. Mi pregunta era: «¿De cuántas maneras puede considerarse la rosa en El nombre de la rosa? Me hubiese gustado mucho saber su opinión al respecto, porque no tiene fácil respuesta para un lector. La rosa se puede entender desde el nominalismo de Guillermo de Ockham, el genial filósofo del siglo XIV, desde la estética y los planteamientos teóricos sobre la belleza e, incluso, desde la reflexión metafísica sobre la esencia del ser y sus ejemplificaciones… Pero seguro que la respuesta de Eco hubiese sido iluminadora.

Una rosa es una rosa. Pero el signo ‘rosa’ tiene muchos vericuetos. Es casi un laberinto, más allá del nombre.

4 comentarios en “La rosa. El nombre. Las preguntas”

  1. Leer las «Apostillas al nombre de la rosa» evita muchas de estas cosas…. y permite entender a Eco, en cuanto que ya ha respondido a la mayor parte de las cosas que la gente le pregunta.
    Salud.

  2. Tienes razón, Rodrigo: Eco da mucho de sí… y la Semiótica y Ockham y los buenos propósitos se terminarán pronto 🙁

    Gelu: yo creo que Eco está en esta galaxia, pero tiene que utilizar la ironía y a veces el sarcasmo del que está de vuelta de lo (aparentemente) obvio. En efecto, muchas personas se han acercado a la novela después de la peli, que es excelente (también).

  3. Buenas noches, Raúl Urbina:

    Haría un comentario demasiado largo, pero pronto serán Maitines.
    No hay preguntas tontas de los lectores que se han molestado en acercarse a un autor con el mayor interés por su obra, admiración y buena fe.
    Umberto Eco ha vendido tantos libros que ya cree que está en otra galaxia. Parece haber olvidado que él también es lector y que su obra -estupenda y envidiable- es, en parte, el resultado de beber en muchas fuentes de autores anteriores.
    Muchos de sus lectores han llegado a su novela más conocida después de ver la película. Las caras de los personajes de su libro, son para muchos lectores las que ofreció el cine.
    Dejo pendiente preparar una entrada.

    Saludos.

  4. Creo que, como nos pasó a muchos, la pregunta que quería realizar era adecuada para un ámbito más académico donde Guillermo de Ockham (qué poco me gustaba en el bachillerato y qué cariño le he ido cogiendo con el tiempo) y las teorías semióticas fueran más conocidas.

    Por otro lado, creo que la incorporación de Eco al honoris causa de la Universidad es más algo simbólico que algo práctico, que apenas reportará nada a la U. de Burgos salvo la publicidad de estos días, ¿No lo cree usted así? ¿No le parece que se podría haber aprovechado más su visita desde un punto de vista académico?

    ¡Un saludo!

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