Así, la vida

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Una catástrofe, abatimiento, destrucción. Caos, que es desorden y una abertura por la que se escapan todos nuestros anhelos, tirados por las estanterías. Mamotreto criado en la falsa creencia de que es mejor desarrollar algo de forma insana y desproporcionada. Inmerso en un letargo, ese estado de somnolencia enfermiza que nos lleva a no estar lúcidos para nada ni para nadie. Sacrificar 1 o 100 víctimas para satisfacer a la hecatombe y ser tan generoso como para invitar a los banquetes a los que pasaban por una fiesta que no era la suya. Parásitos, les llaman. Con ese estado desafinado que conduce al pánico, mezclado con tintes de bilis negra. Esperando que los dioses se reencarnen y que bajen a salvarnos para no salvarnos a nosotros mismos. Porque no supimos. Porque no sabemos. Porque no llegaremos a saberlo. Así, la vida.

(Sí, para esta entrada es preciso saber del griego y de sus etimologías. Imagen de Leo Eloy.)

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