¿Quiénes son los malos? Homenaje a 24

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Hemos hablado ya sobre la maldad y la ficción en varios lugares de este blog en nuestra serie «Los malos son los mejores» (I, II y III). Y hacemos un pequeño intermedio en estas entradas para hablar de la serie 24. Mi afición y adoración al cine clásico me hacía minusvalorar las series de televisión, a las que no prestaba demasiada atención. Veía muy de vez en cuando alguna serie española con la que se me caía el alma a los pies y tenía muchos prejuicios con las series norteamericanas: si el cine en Estados Unidos estaba de capa caída, con unas producciones y argumentos tan desastrosos, ¿qué iba a esperar de unos productos más largos y de rodaje más rápido? Esta serie de la Fox me ha apeado de todos estos prejuicios y ahora devoro con fruición capítulo tras capítulo de la sexta temporada. Hasta Mario Vargas Llosa ha dedicado un artículo a la serie, titulado «Héroe de nuestro tiempo», en el se muestra devoto de la serie por su ritmo vertiginoso, su acción trepidante, a la que parangonea con las historias folletinescas del siglo XIX y su manera de mostrar al poder y a los gobernantes. En efecto -y este es el asunto central de esta entrada-, la serie nos demuestra lo difícil que es saber quién es el bueno y el malo. En principio, porque algunos de los que se supone que deberían ser «los buenos» acaban por ser malos de los de verdad, desde los agentes de la unidad antiterrorista hasta senadores e incluso algún presidente. Los giros argumentales acaban descubriendo que el poder, la corrupción, el ansia de alcanzar metas no respetan ningún planteamiento mínimamente ético. Por otro lado, alguno (pero sólo alguno) de los malos no lo es tanto. Y, lo mejor de todo, los buenos-buenos no son seres beatíficos que inundan el mundo con sus buenas acciones, sino que combaten el mal con sus mismas armas. Como Vargas Llosa y Carlos Boyero han subrayado, no hay que buscar en ellos grandes defensas de las reglas democráticas, sino que el asesinato, la tortura, la mentira y la traición están a la orden del día. Las palabras de Boyero son ilustrativas: «Está tan primorosamente realizada esta serie que puede incitarte a disculpar o a sentir empatía hacia la metodología profesional del salvador del mundo libre, experto en aplicar sabiamente la picana y demás sofisticadas o elementales torturas físicas y psíquicas a los terroristas hijos de Alá o de su puta madre, incluyendo la amenaza de eliminar a sus mujeres e hijos. Y por supuesto con la bendición de Dios y del hombre honesto o tramposo, tanto da, que preside la sagrada patria.» Qué lastima, aquí no puede decirse que cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad. Es el puñetero mundo en el que vivimos.

En el blog de Hernán Casciari se incluye a 24 como una de las series capitales de la televisión (en especial, la quinta temporada). Como siempre, la Wikipedia en inglés nos ofrece detalles mil. Y es muy divertida la parodia que se hizo de la serie en los Simpsons. Recomiendo vivamente la serie. Desgraciadamente, nos ilustrará con detalle el mundo en el que vivimos.

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