Armarios. Y lo que queda dentro

URB 016b

Estamos en época de mudas. En las calles, las castañas deciden abandonar sus carcasas al ritmo frenético de la gravedad o del taconazo del niño con la ilusión de encontrar un tesoro. Los árboles están empecinados en desnudarse al viento y sus manos tienden a marchitarse y resquebrajarse en lo más hondo del suelo, abandonadas de esperanzas, esperando la muerte tras una escoba. La naturaleza toda es una transmutación de colores, alguno de los cuales se encamina inevitablemente hacia la sombra, hacia la nada. En algunas casas, los armarios mudan de ropa: las mangas cortas, como el aire caliente, tienden a subir hacia arriba, hacia los trasteros, hacia las partes superiores e inalcanzables. La horda de mangas, de cuellos altos, de protecciones espesas contra los avatares centígrados campan a sus anchas en la parte central del mueble de tres cuerpos. Repartimos el ritmo frenético de la muda, previsores de los malos tiempos que se acercan, encasillamos nuestras necesidades al vaivén del relleno de los abrigos. Ansiamos proteger nuestros cuerpos con la coraza del cobertor, en el proceso inverso a esas castañas, desnudas e impúdicas, salpicando las aceras. Entre todos los cambios, entre todos los avatares, mi ser se encuentra perdido y desolado, sin cambios y sin mejoras, sin traslaciones ni rotaciones. El armario de tres cuerpos queda inmutable, incómodo, con puertas que se resisten al cierre y que, cerradas, tienden obstinadas a la apertura chirriante. Los cajones se desencajan, evitando un cierre ajustado y perfecto, impidiendo un reajuste de los calcetines y de las vidas. En pleno jardín de la improvisación, mis armarios son ajenos a las mudas, a la protección, a la salvaguarda. No tengo nada que cambiar, nada que proteger. Salvo la vida misma.

4 comentarios en “Armarios. Y lo que queda dentro”

  1. Las polillas aborrecen las castañas

    Los pies de cualquier edad chutan castañas

    Alguna ropa no sube al calor sino que baja al frío de los trasteros..

    jeje sólo por incordiar

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