Taquicardia pseudo-agnóstica para una resaca de San Valentín

brokenheart

El 14 de febrero me ha servido en la entrada anterior para hacer una reflexión personal y derrotista. Hay muchas razones para ello, además de las evidentes, pero una ha sido -también- la de llevar la contraria, sentimiento negativo y «muy mío». En el día de hoy, pasados ya los fulgores románticos (y mercantiles), me ha gustado traer aquí la afirmación de Aute recordada en un comentario por Blogófago, según la cual «cada vez que te amo es un milagro». Mi primer impulso fue el de declararme agnóstico en cuestión de amores, pero, al pensarlo dos veces, he creído que las taquicardias existenciales que depara el amor bien valen una salida de límites y un ansia de ese  «suceso o cosa rara, extraña y maravillosa» que supone el milagro. Me gusta aconsejar el extraordinario libro de la antropóloga Helen Fisher titulado Por qué amamos (Madrid, Taurus, 2004). Es una buena pregunta y ahí aparecen muchas de las respuestas en diferentes vertientes. En cualquier caso, el amor tiene mucho de locura. No en vano el amor es una creencia tan fuerte como para romper con cualquier cosa. En la Celestina, Calisto no duda en afirmar, ante la pregunta de Sempronio de si no es cristiano: «Yo Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo». Pero recordemos que Calisto ha enloquecido por amor y va a intentar llegar a consumarlo por todos los medios, naturales y sobrenaturales. Por lo tanto, el amor es locura y es milagro y es un sentimiento de orden superior pero ligado también a todos los instintos. Con todo lo bueno. Con todo lo malo. Y no seré yo, tan proclive al deseo, el que lo niegue tres veces. Hace ya muchos meses, en mi entrada «El deseo y la seducción. Músculos, órganos, glándulas» transcribía las palabras de Guillermo de Baskerville en la versión cinematográfica de El nombre de la rosa que nos sirven para saber algo del amor y de sus rincones: «Que pacifica sería la vida sin amor Adso. Qué segura. Qué tranquila. Y qué insulsa». Ay, Irina, Irina…

(Imagen de bored-now)

5 comentarios en “Taquicardia pseudo-agnóstica para una resaca de San Valentín”

  1. Por supuesto que el AMOR no existe, que es un invento del hombre para hacer la vida más llevadera. Pero de todas las mentiras y de todos los artificios que utilizamos para creernos algo e intentar lograr la trascendencia, desde luego es el más GRANDE y MEJOR. (Amén)

  2. Buenos días, Raúl Urbina:

    Sin duda el amor es un milagro.

    Para entenderlo o seguir igual, pero para disfrutar, seguro, leer a Rimbaud.

    diario 18..

    mayo-junio 18..

    …"Pero lo que fue para mí como un rayo de luz, como una promesa de amor eterno…al ofrecerme un par de calcetines blancos, con una sonrisa y estas palabras:

    – ¿Queréis esto para vuestros pies, señor Leonardo?

    …¡Timotina! te adoro a ti y a tu padre, a ti y a tu gato…

    agosto, un año después 18..

    …Tal vez algún día, de regreso a esta ciudad, ¿tendré la felicidad de confesar a mi querida Timotina?…Ya que conservo de ella un dulce recuerdo: desde hace un año no me he quitado los calcetines que ella me dió…

    ¡Estos calcetines, Dios mío, los guardaré en mis pies, hasta en vuestro santo Paraíso!".

    Saludos.

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