Naves más allá de Orión. Otra vez

roy

Los pecados se cuentan por veces. Todavía recuerdo las mañanas de misa y confesión semanales en el colegio de La Merced de los jesuitas. No es una leyenda urbana el que muchos de nosotros acaparáramos la fila del padre Hernando, que era más bien sordo, comprensivo con nuestros pecados adolescentes y benévolo en la penitencia. Cuando nos tocaba otro, cuyo nombre omitiré, la pregunta machacona e insistente era: «¿Cuántas veces?». Desde entonces, he venido siempre en relacionar el número y el pecado, a veces sin ton ni son. Y uno de mis pecados confesables es el cine (ahora ampliado por el maravilloso mundo de las buenas series televisivas). No me contento con ver cine, sino que tengo la sana -y quizá, sin embargo, pecaminosa- de ver las películas que adoro una vez y otra. La palma se la lleva la que, para mi humilde criterio, es la mejor de todas: Encadenados, de Alfred Hitchcock, que mis ojos han visitado más de cincuenta veces. O Historias de Filadelfia, de Cukor, que ha llegado a mis retinas más de cuarenta. Son un pecador de películas, un pecador de ficciones, un pecador convulso e irredento de pecados a miles.

Dentro de poco, comenzaré una vez más una de las más maravillosas aventuras por las que puede pasar un cinéfilo. Blade Runner rebasará la frontera de las treinta visitas (bien es cierto que en sus diferentes versiones, matizadas a lo largo de los años). Realizaré el viaje en excelente compañía y con un buen propósito. Me acompañarán en este nuevo intento cuarenta extraordinarios alumnos que comprobarán lo difícil que es saber lo que nos hace humanos sin que haya algún hijo de puta que, confundiéndonos con un replicante, intente «retirarnos». Toda una lección para los que se creen dioses (de la biomecánica, o de lo que sea). Toda una lección para los cazadores que alguna vez son cazados. Toda una lección para las víctimas más perfectas, con sentimientos más humanos que los humanos. Conoceré a alguien que ha visto brillar rayos-C más allá de la Puerta de Tannhäusser, naves más allá de Orión. Alguien que sabe que nuestras lágrimas desaparecerán con la lluvia. La caza empieza y a vida será -una vez más- más oscuramente hermosa gracias a unos fotogramas. Y seguiré pecando. Lo juro.

8 comentarios en “Naves más allá de Orión. Otra vez”

  1. Gracias a todos por el perdón de mis "pecados". Gelu: estaré encantado de ver esos programas de mano de mis pelis favoritas. Muchas gracias.

    Besos y abrazos para todos.

  2. 😀 😀 Un cura sordo, una cantidad, un precio, un pecado lujurioso… ah qué buen argumento para una película…

    El cine es una puerta mágica al país de Alicia

  3. Buenos días, Raúl Urbina:

    He visto que en la colección de mi padre de programas de mano de cine, tiene los correspondientes a las películas que citas: "Historias de Filadelfia" y "Encadenados".

    Si te gustan, y quieres, cuando vayamos a Burgos estás invitado a verlos.

    Saludos.

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