311

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En una entrada de hace más de nueve meses, titulada La Vi(d)a láctea, explicaba una manera muy peculiar y totalmente real de medir mis tiempos. Pienso que hay dos maneras infalibles de medir el tiempo a medio y a largo plazo. Para el plazo medio, me guío por la caducidad de los yogures. Los yogures que esperan pacientemente en el frigo para ser deglutidos  tienen su fecha de caducidad el día 8 de abril: eso quiero decir que mi cumpleaños está próximo, pero todavía no es inminente. Para el largo plazo, me fío de la caducidad de la leche. En la despensa, aguardan unos tetrabrik que alargarán su vida de consumo recomendada hasta el día 3 de junio: eso quiere decir que el verano está casi ahí, aunque todavía no llega al tiro de piedra.

Bueno, os aburriría con todos esos cómputos míos, tan discutidos como indiscutibles. Hoy he visto otro marcador vital que me ha alarmado. 311 es el número de entradas de blogs que tengo pendientes de leer. El número me lo indica mi gran amigo Google Reader, un campañero tan fiel que, si no fuera digital, le adornaría con bellas flores de primavera entre sus páginas. El 311 me ha asustado porque es otro marcador vital sobre el tiempo y su escasez. Sé que, entre esas 311 entradas, muchas son prescindibles, pero sólo lo comprobaré después de leerlas. Y también sé que, a buen seguro, entre ese nutrido número aguarda escondida una joya, una gran intuición, una idea interesante. O muchas.

Una persona a la que conocí y ya no conozco, muy simple –pero nada sencilla– me decía que «Hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar». Yo, como soy un tonto los cojones, me quedé callado, como hago casi siempre. Pensaba para mis adentros que igual hay fórmulas intermedias que no sean ni lo uno ni lo otro. Pensaba también que estoy seguro de que opinaría eso si tuviese que ganarme las perras en un trabajo horripilante de cargas severas en horario de seis a dos. Pero mi trabajo (al menos, parte de él) es apasionante, divertido y estimulante. Pero hay una pega: por muchas razones, tengo que trabajar como un cabrón. Los días se me pasan entre tareas y tareas que tengo que finalizar, con plazos que van acercando sus fríos y atenazados dedos a mi garganta ansiando la estrangulación. La vida académica e investigadora me ha dado tantas satisfaciones que me he ido olvidando de las horas de estudio, de los sacrificios y las penas. Pero siempre un nuevo horizonte más allá si se quieren escalar los peldaños de la superación personal.

311 es un número que significa todo el tiempo que no tengo para leer 311 entradas (y para otras muchas cosas que no cabe poner aquí). Todo el tiempo que no tengo para hacer las cosas como me gustaría. Para hacer otras. Para hacerlas mejor. Para cambiarlas. Para trastocarlas. Para convertirlas en éxitos y fracasos. Soy un bloguero muy poco hospitalario, que no contesta a sus encantadores y asiduos comentadores más que de ciento en viento. Que no da la honrosa bienvenida a los nuevos ni corresponde a los comentarios con otras observaciones que complementen aquello que quería decir y no dije.

311 es el número de la frontera, de la excusa, del agobio que los galenos me tienen severamente prohido. Otros me dirán que el 8 de abril, que el 3 de junio, que 311 no son más que fechas y números. Que sea feliz. Que me olvide de las cosas. Que no le dé tantas vueltas. Que 311 entradas no son nada. Pero en alguna de esas 311 estáis vosotros. Vuestras ideas, vuestras intuiciones y vuestras palabras. Y no quiero perdérmelas por nada del mundo.

¡Horror, cómo pasa el tiempo! Ahora son 318. Espero, en mi ansiedad, llegar al 8 de abril. El 3 de junio me pilla muy lejos.

 

4 comentarios en “311”

  1. Ten cuidado, Raúl, a 451 está la cota roja de la escala de estrés, justo a la temperatura a la que en Fahrenheit arde el papel. A veces conviene poner el marcador a cero y volver a comenzar, las bellezas que pierdes las dejas de sentir cuando te notas como después de una ducha.

    Por cierto, esta entrada me ha gustado especialmente. No me molestará si no me lees, palabra, pero me molestaría no poder leerte, así que saca tiempo para eso, por favor.

  2. ¡QUE NO TE ANSÍES!… a mi se me acumulan los libros, los que me presto en la biblio y los que como una gili me compro… pues bueno… están ahí esperando, sueño con irme de vacaciones y llevarme alguno, ya lo haré, pero mientras tanto a disfrutar que por lo menos tengo algo que hacer si tuviera tiempo…ja,ja y haz caso a los galenos (me ha gustado el término) 😉

  3. Lo de la leche en tetrabrick que dure hasta el 3 de junio es una mentira cochina. Tengo comprobado que una vez abierto en una semana, la leche está fermentada y hay que tirarla.

    Me parece que entre esas 318 entradas que te quedan por leer están las mias… no es por nada… Besotes, M.

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