Perfil bajo, una vaca desde el tren y Valle-Inclán desde lo alto del trampantojo

Me decían el otro día que, hace ya algún tiempo, empleé la expresión «perfil bajo» aplicada a alguien de manera negativa. A mí me extrañaba imaginar esas palabras puestas en mi boca, tanto porque esa expresión no me gusta mucho ni en la forma ni en el fondo como por ese contexto negativo de alguien, que por otro lado, no conozco más que de oídas.

Lo primero que hice fue negar la mayor y pensar que era imposible que yo hubiese hablado de «perfil bajo». Después, me puse en el difícil papel de aceptar algo que no sé si he dicho, pero que seguro que no pienso. Y ahí vinieron docenas de comeduras de coco sobre los perfiles.

Dicen que un neopositivista viajaba en un tren (en los tiempos en los que se viajaba en departamentos frente a frente) y que, no me acuerdo por qué, su acompañante dijo algo así como «Mira qué vaca tan bonita con manchas negras hay en la colina». El neopositivista se indignó mucho por una afirmación que él consideraba falsa y que le obligó a matizar que lo que realmente creía que su compañero había querido decir es algo parecido a que «Existe algo que la mayor parte de las personas consideran una vaca —y, bajo tu óptica individual y subjetiva estimas bella—, pero de la cual solo has visto una silueta de «vaca» por uno de sus lados ignorando si, realmente, por el lado que no ves existe una correspondencia con tu percepto». En suma, para el neopositivista su amigo había visto algo, pero, contemplándolo desde una única perspectiva, no podía estar plenamente seguro de que su percepción fuese correcta y ajustada a la realidad.

Y sabemos que Valle-Inclán, en una entrevista justamente famosa, hablaba de que existen tres modos de ver el mundo desde una óptica artística o estética: «de rodillas, en pie o levantado en el aire». Decía Valle que la mirada de rodillas supone contemplar a los personajes como más que humanos (héroes, dioses o semidioses), como aquellos de los que Homero contaba sus peripecias. La mirada «en pie», frente a frente, supone contemplar a los personajes como si estuviésemos ante el espejo de nosotros mismos y nuestra condición humana, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Esos personajes son en los que habitan la máxima realidad y la máxima verdad. Por último, la forma de ver el mundo «levantado en el aire» era la que utilizaba nuestro genial escritor  en sus esperpentos para contemplar el mundo desde un plano superior y, no sin ironía, considerar a cualquier personaje, por egregio que fuese desde otra contemplación, como un muñeco.

Pensaréis que estoy dando muchas vueltas para un hecho, aparente de poca importancia, de haber hablado de alguien de «perfil bajo». Pero no dejo de pensar en que hablar de «perfil» es como considerar a un todo por haber visto una parte, como el amigo del neopositivista con esa vaca que solo podía intuir o conjeturar. Y habla de «bajo» es contemplar a alguien por los suelos, mientras yo estoy «levantado en el aire». Lo primero lleva a aparejado sesgar y lo segundo cosificar. Cosas que, quizás, hacemos todos en algún momento para hablar de algo de alguien pero con las que nunca conseguiremos un auténtico conocimiento.

Aunque el perfil puede conllevar sutileza o contemplación de lo esencial, es mero contorno que no deja ver sino la mitad. Así que me niego a alguien por lo que no es. Si, además, no conocemos a alguien (en la medida en la que conocer es abarcar y extender hasta lo imposible), todavía peor. En consecuencia, si algún día oías hablar a alguien de una persona de «perfil bajo», recordadle la historia del neopositivista y la vaca, la historia de la contemplación en el arte según Valle-Inclán.

Imagen de Fernando.

 

 

 

 

 

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