La falta que nos hacemos (Una historia de amor, una carpeta, dos canciones y una frase)

Entraba el otro día en la facultad cuando, en un pasillo lateral que comunica con otro edificio, vi a una chica y a un chico sentados en un poyete que recorre todo ese pasillo. Ella tenía una carpeta clasificadora abierta y le estaba enseñando algo al chico. Reían y hablaban, hablaban y reían. Tuve una sensación de envidia sana viendo a esa pareja (tenían toda la pinta de serlo, por su complicidad y su cercanía) con toda la vida por delante. 

Subí al despacho y, como tenía en una reunión en otra dependencia de la universidad, volví a salir y pasaba por la entrada cuando vi que en el poyete estaba esa carpeta, una botella de agua y un vaso de café de plástico. No vi a la pareja por los alrededores, así que cogí la carpeta para entregarla en conserjería. Era una típica carpeta adolescente, forrada con un papel de color vivo, con un par de fotografías pegadas con dos títulos de canciones y el logotipo de Spotify. Pero lo que más me llamó la atención es una banda de texto escrita con una caligrafía exquisita que decía: «Solo los dos sabemos la falta que nos hacemos».

Justo cuando llegaba a entregar la carpeta, llegaron los dos corriendo. «Creo que os habéis dejado esto», dije mientras se la daba. «Uy, sí, gracias. Tengo todos los apuntes del examen, menos mal», dijo la chica. Se dirigió al chico y dijo: «¿Ves las que me lías. Tonto?». Por el tono y lo que se adivinaba por debajo de la fortaleza de una mascarilla FFP2, estaba sonriendo. «¡Gracias!!, me dijo también como despedida mientras se alejaban dando un pequeño empujón al chico, al que él contestó removiendo un pelo castaño oscuro que se iba convirtiendo en todos más claros, casi rubio, por las puntas.

Y la historia acabó ahí, mientras ellos atravesaban la puerta más cercana y yo me dirigía, al lado del jardincillo, hacia la otra salida. Mientras iba andando, busqué en el móvil el título de esas dos canciones. Una era «Perdona (Ahora sí que sí)», de Carolina Durante y la otra «Siempre estaré ahí», de Maldita Nerea. Y me imaginé una historia:

Clara y Rodrigo son dos estudiantes de Enfermería. Se conocieron en un grupo de prácticas y, poco a poco, fueron conociéndose un poco más. Disfrutaban de todas las cosas en común y percibían cada vez con más valor las cosas en las que discrepaban, que les ayudaban a ser mejores, más completos gracias a esa perspectiva complementaria.

Rodrigo y Clara pasan tiempo juntos, pero, no enlazan todos los minutos, las horas y los días que les gustaría. Cuando llega el fin de semana, Rodrigo envía wasaps a Clara, que aparecen como no leídos o son contestados con bastante retraso por ella. Rodrigo sufre, se pregunta por qué todos esos eternos intervalos en los que no tiene noticias de ella. Y no le dice nada a Clara porque no quiere ser pesado e invasivo. Hace quince días, un viernes, le envió a Clara el enlace a la canción que el grupo Carolina Durante canta junto a Amaya, «Pido perdón (Ahora sí que sí)», que empieza: «Se me olvida que no me quieres / Sobre todo cuando es viernes / No respondes mis mensajes / No merezco tu atención». Y acompaña el enlace con un lacónico «Así eres».

Clara, que había escuchado la canción, que conocía por Paquita Salas, sonrió y respondió a los pocos minutos con tres emojis carcajeantes y este texto: «Pero qué mal concepto tienes…Yo creo que es más algo así». Y un enlace a «Siempre estaré ahí», de Maldita Nerea, de la que Rodrigo entresacó: «Nos conocemos hace algunos años ya / Somos de esos a los que apenas cuesta hablar / Y, sin embargo,hemos pasado / Muy poco tiempo junto al mar / O disfrutando de una copa en cualquier bar. / No quiero perderte / Acuérdate un poco de mí / Sabes que siempre estaré ahí / Y no dejes de sonreír / Y, por favor, confía en mí».

Rodrigo, como Clara, sonrió de manera cómplice. Escribió «Eso es muyyyyy bonito» y lo acompañó con el emoji de la carita que tiene corazones en vez de ojos.

Pasó el resto del viernes y todo el sábado y el domingo por la mañana y parte de la tarde del domingo. Y, cuando ya era de noche y el día se agota de aburrimiento, de nostalgia y de pereza, Rodrigo recibe otro wasap de Clara: «Solo los dos sabemos la falta que nos hacemos».

Y esta es la invención de una historia de amor entre Clara y Rodrigo, entre Rodrigo Clara, entresacada de una carpeta clasificadora olvidada en un poyete. A la entrada de mi facultad.

La imagen es de Danilo Urbina. Pese al apellido, no tiene nada que ver conmigo.


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