Tarde de piscina – un error de cálculo, buscando mi territorio, un entrenamiento suave, cambio con frutos secos y horchata. Y baja el sol y el ánimo en mi corazón

un error de cálculo

La tarde comienza con un tremendo error de cálculo: el miedo a que las calles cortadas por la meta de la Vuelta a Burgos dejasen cortadas algunas calles me han llevado a dejar aparcado el coche cerca del recinto de la piscina y volver corriendo a casa a mediodía. Por la tarde, enfundado con la camiseta y las mallas, con una gorra para protegerme de un sol de justicia, he arrastrado mis pies con muy pocas ganas. Nunca costó tanto llegar al paraíso.

buscando mi territorio

El césped de la piscina es una marca continua de territorios. Cada uno lo extiende como quiere y como puede, como si no hubiera pandemia, como si no existiesen más que ellos en el universo. Como casi todo el mundo, tengo algunos sitios preferidos, sobre todo aquellos en los que al principio hace sol pero, a medida que avanza la tarde, empieza a reinar una sombra deliciosa. Pero un par de chicas tienen extendidas unas toallas de ochocientos metros cuadrado; una pareja mayor tiene esparcidas las sillas en un sitio, las toallas en otro, las bolsas en otro; uno de los huecos posibles está cerca de un grupo que no para de hablar de cosas intranscendentes a volumen brutal. Hay sitio en otros lugares de la piscina, pero yo lo quiero en ese. Al final, tengo suerte y un ente solitario se marcha dejando el sitio perfecto.

entrenamiento suave

Con las idas y vueltas corriendo (trotando más bien), me daba pereza entrenar, pero hoy tocaba una sesión más o menos suave de 2 800 m, así que he ido con calma cuando había que ir. Para no aburrirme, pienso en mis cosas, claro. Para no aburrirme, juego y entreno la respiración. Largo respirando a derecha, largo respirando a izquierda, largo respiran cada tres. De tanto no querer aburrirme, empiezo el juego de alternar respiraciones: cada dos, cada tres, cada cuatro, cada cinco, cada seis y cada siete. Y la respiración se resiente y dejo de aburrirme. Tanto, que en la serie siguiente propongo aburrirme con algo más rutinario. Se me ha puesto a tiro alguien que nada dos calles más allá y voy a cazarle.

cambio de parcela buscando el sol con frutos secos y horchata

Salgo de la piscina y un señor ha puesto su silla tan cerca de la mía que, si estuviese en las condiciones idóneas, me hubiese dejado embarazado. Le digo algo porque no sé callarme y él me dice que lo siente. Me da tanta pena que me cambio de sitio yo, buscando un poco de sol y recuperándome con un puñado de frutos secos y pasas que degusto uno a uno, una a una, para que me duren. Y un poco de horchata.

baja el sol y el ánimo en mi corazón

El sol, que me calienta hasta reconfortarme por fuera y por dentro, va tomando esos ángulos de agosto que hacen que se oculte pronto. Vuelven las sombras y baja el ánimo en mi corazón. Hoy la tarde concluye cogiendo bastante pronto ese coche, ese que lo ha provocado todo.

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