Diario de un seductor

Cuerpos Bell021

Amigos míos, es triste ver cómo se tergiversa el contenido sobre el cuerpo, sobre el alma y sobre el deseo hasta convertirlo en forma, manierismo en esta cochina impudicia que es el mundo de las nuevas tecnologías. Imágenes y fotografías de Irina robadas, iridiadas, fosforescentes y convertidas en espejos de lo que pretendéis ser. Y exhibida y comentada en enlaces y cadenas de la libido y del hipervínculo, si utilizamos esa abominable palabra que os gusta emplear. Habéis convertido su rostro y su cuerpo en vuestros rostros y en vuestros cuerpos; la habéis despojado de su atributo humano para hacerla carne. Os arrogáis propietarios de su mirada, exclusiva o compartida, pero ninguno de vosotros la conocéis. Yo la descubrí en un lejano febrero de 2006, en una revista griega y sus ojos atravesaron el papel de la revista para atravesarme el corazón. He utilizado todos los medios a mi alcance, todo mi ánimo escaso para seguir sus pasos, las curvas de un cuerpo quieto que se mueve sólo para mí. Un día, noté que sus labios se movían, se alzaban en una tierna sonrisa. Sus párpados bajaron hasta el nivel de quien no necesita reconocerse con la mirada. Y movió una onda de su pelo hasta dividir su rostro en dos mitades con su melena agitada, siempre oscura y cercana a los ecos de la respiración. Soy la potencia de su acto, la enseñanza de su acción, el motor primero que envuelve cada marca sinuosa de un cuerpo que invade el universo y lo restablece en la cálida armonía del caldo primitivo y primigenio. Soy la fuerza del volcán, el ímpetu supremo, la ascensión incesante. Ella, desprotegida, necesita un Pigmalión, un mentor en este mundo de sombras, en este mundo de depravados que la miráis con el deseo, con la negra concupiscencia. Blogófago, Pedro, Raúl… sois unos chicos muy pero que muy malos. Irina es mía, ella lo sabe. Buscad otros cuerpos en los que contemplaros. Estropead relojes para matar el tiempo, navegad o sumergíos en las acequias o haced que las palabras vuelen hasta que estallen, pero dejadla en paz.

(La imagen de la entrada pertenece a la segunda edición del manual Anatomy of the Human Body de Bell, 1804)

12 comentarios en “Diario de un seductor”

  1. Bueno, aunque la hayas descubierto, si Irina se ha quedado contigo es porque no me conoció a mí a tiempo… Ahí queda eso. Un saludo

  2. Me revélo. Hola Raúlllll. Los caminos de Cuba a la Olimpiada de Madrid, pasándo por las veredas de este Burgos gótico y deslumbrante… siempre llevan al mismo sitio: Todos estamos más cerca de lo que nos creemos. Un saludoooooo 😉

  3. Ya al bueno de Caco. Me dejas cada vez más desconcertado… Así que nos conocemos de manera bastante directa. ¡Esto no se me hace, revélate!

  4. Si ves el vídeo recien colgado por Blogófago sobre La noche Blanca descubriras en él, concretamente en la calle San Lorenzo. al hermano de un buen amigo tuyo. Ambos de apellido "pueril". Un saludooooo 😉

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