El amor es cuestión de segundos…

 

Pese a que muchos niegan que el amor no es cosa de flechazos de cupido, parece que el amor es cuestión de segundos. Sí, lo dice un equipo de científicos de la Universidad de Siracusa encabezado por Stephanie Ortigue en su trabajo «Neuroimaging of Love: fMRI Meta-Analysis Evidence toward New Perspectives in Sexual Medicine» publicado en The Journal of Sexual Medicine 2010: el cerebro tarda en enamorarse menos de un segundo. Ya era más o menos conocido que el amor desencadenaba sensaciones similares al uso de algunas drogas (libera dopamina, oxitocina y adrenalina), pero ahora también se apunta a que el amor afecta también a áreas cerebrales relacionadas con el pensamiento racional (y afecta a funciones cognitivas como la representación mental, la imagen corporal o nuestra capacidad metafórica). En concreto, el amor consigue que trabajen al alimón nada menos que doce áreas del cerebro distintas (podéis ver un gráfico ilustrativo en Scientific American). En definitiva, que afirmaciones como que «el amor es ciego» quedan plenamente avaladas científicamente: el amor apasionado, por ejemplo, es una muestra de influencia en las áreas cognitivas asociativas del cerebro, que afecta a la cognición y a la imagen corporal. O, lo que es lo mismo, que en momentos de aquí-te-pillo-aquí-te-mato, no nos da mucho tiempo ni para pensar ni para fijarnos en las imperfecciones.

¿Lo habéis pensado bien? En menos de una quinta fracción de segundo, pasamos del sinsentido a poder ver completo nuestro mundo, nuestra cabeza y nuestro corazón.

(Información conocida, en primera instancia, gracias a DePsicología, en donde he encontrado también la imagen, y eScienceNews. Es útil también recordar el programa de Redes titulado El amor está en el cerebro.)

3 comentarios en “El amor es cuestión de segundos…”

  1. Too late for me… sniff… Todos estos estudios me alucinan. El amor es una cuestión animal, pasional y claro que la química juega un gran papel que igual es a eso a lo que se refieren todos esos sesudos estudios. En un segundo puede haber una atracción pero amor, amor… ahí, hay un largo trecho. Besotes, M.

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