La pantera negra es un animal enigmático. Destacan unos ojos de mirada intensa, de esas que uno no se atreve a desafiar más allá de unos pocos segundos. Tiene un cuerpo estilizado y elegante. Parece siempre en forma. Si no conociéramos pormenores sobre su comportamiento, diríamos que no es un animal peligroso, siempre sobre una rama de un árbol, aunque eso sí, en reposo atento. La pantera negra es un animal solitario, De hecho, yo no recuerdo haber visto dos panteras negras adultas juntas. Habita en entornos recónditos. No llego a saber si son selvas o junglas. En el conglomerado de recuerdos de los documentales vistos en la infancia, siempre concebí a los felinos en una amalgama que no abarcaba un espacio concreto. Luego me enteré de que vivían en Asia y, bastante más tarde, que los jaguares negros son también considerados panteras negras, aunque es obvio que no son lo mismo . Todas estas confusiones están en mí, claro. Los documentales seguro que lo explicaban muy bien.
Decir pantera, a secas es decir todo sin decir nada. Porque panteras hay muchas, por su género. Y panteras negras muy pocos. Las panteras negras son así por un defecto genético: un exceso de pigmentación disfraza a los leopardos o jaguares con un hábito oscuro. Demasiado oscuro. No obstante, si se observa con atención a las panteras negras, se pueden contemplar esas manchas genuinas. Y ser pantera negra no garantiza que toda su camada lo sea. Los cachorros pueden ser negros, también, pero también es perfectamente posible que sean normales. Ampliando la cuestión del pelaje negro y el melanismo, por entrar en cosas algo más profundas, habría que estudiar el alelo dominante, pero yo de esas cosas no sabría decir más, lo reconozco. Lo que sí que puedo decir es que esa oscuridad, que puede ser un inconveniente si se vive en otro hábitat, puede ser muy útil cuando se vive en lugares con un escaso nivel de luz, como es el caso de los bosques densos donde viven.
Decía más arriba que, por su modo de reposar y su modo de moverse, la pantera negra no parece un animal peligroso. Pero como todos hemos leído, oído o visto alguna vez, sabemos que no podemos fiarnos ni un pelo. Creo que no sería bueno acercarse a una pantera negra con demasiada confianza. Ni con demasiada ni con ninguna. Aunque, si queréis que os diga la verdad, así como he visto mil veces a leones, tigres, guepardos y demás cazar a sus víctimas, no creo recordar ni una vez un documental en el que viese a una pantera negra en acción. Y tampoco lo voy a buscar ahora, por mucho que tenga, casi seguro, esa información al alcance en unos segundos. Sí he visto muchas veces (creo) que, bajo esa calma engañosa, la pantera negra es capaz de pegar saltos de vértigo. Una reflexión sobre felinos, en general: en los documentales antiguos, se veía siempre el triunfo del depredador y ahora, mucho más frecuentemente, se ve salir a su presa indemne o, al menos, viva. Yo no sé si son los tiempos, los felinos o que la realidad es de una manera u otra según el observador. Y no sé cómo salir de mi ignorancia.
Progresando en el arate de la invención, dado que nadie puede mostrar evidencias de una cosa o de la contraria, he imaginado a las panteras negras siempre rumiando en pensamientos. Y no sé por qué. Porque las panteras negras pueden ser muy listas o muy tontas, no tengo ni idea. Y tampoco podemos saber si listas o tontas respecto a ellas mismas o respecto a otros mamíferos, otros mamíferos superiores, otros felinos u otras panteras. Y también me imagino que la tranquilidad tensa en las panteras negras y esos pensamientos les hacen estar alerta. Y son un peligro. También desconozco si, como otros animales, evitan la confrontación a no ser que necesiten alimentarse o demostrar su rango.
Todos nosotros, me parece, tenemos un animal favorito. Y, por motivos que desconozco, solamente hablamos de ellos cuando somos pequeños. De ahí que sea algo que solo conocen algunos miembros de la familia y unos pocos (muy pocos) amigos de la infancia. Quizás haya algún momento en que la conversación con muy buenos amigos derive hacia esas preferencias. Yo me he sentido siempre un poco raro cuando me preguntaban lo de mi animal favorito. El mundo parecía más sencillo para personas que hablan de los evidentes perros, gatos o leones. Y sorprendente en el caso de los loros, inaudito el de las cacatúas y sospechoso en el de las arañas. Ser adepto y adicto a las panteras negras me ha hecho sentirme siempre algo extraño. No sé cuándo empezaron a gustarme las panteras negras. Era muy pequeño, eso seguro. Y no se me olvida un momento en el que, visitando el zoo de Madrid con mis tíos Mari Glori y Paco, vi por primera vez una pantera negra en vivo. Yo no sé si siguen teniéndolas así, pero, por aquel entonces, mientras los leones o tigres (por ejemplo) estaban en entornos mucho más abiertos, aunque a salvo de un brinco fuera de lo común, las dos panteras negras que vi estaban entre cristales, aunque en dos habitáculos perfectamente separados. Como la memoria, como siempre es libre de inventarse lo que le dé la gana, siempre he pensado que yo le miré a ella o ella me miró a mí. Y nada más os puedo contar.