Arrogancia. Entendimiento

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La arrogancia tiene que ver con muchas cosas. Entre otras, con la soberbia (es decir, «satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás», según dice el bicho), Lo malo de la arrogancia y de la soberbia es que cada uno de nosotros cree que la tienen los demás. De este modo, ya hemos tirado la primera piedra escondiendo la mano. Hecha la frase, hecha la trampa.

¿Por qué escribo una entrada sobre esto? Lo voy a decir de una forma poco propia en mí, que soy más de sugerencias con las que cada cual se da por aludido. Mi vida personal un desastre. No soy modelo de nada y para nadie. Tengo todos los defectos del mundo. Por chulear, puedo fardar hasta de tener una nariz grande, un ego desmedido y una escasa empatía con los defectos ajenos. Tan poco empatía hacia lo ajeno como una facilidad pasmosa para tirar balones fuera. Mi arrogancia y me engreimiento me conducen a pensar que tengo la razón y los demás no. Soy un pecador por activa, por pasiva y por perifrástica. Pese a mi soberbia, me enaltezco a mí mismo por las virtudes que no tengo, pero nunca por las faltas que cometo. Insisto: no me siento orgulloso de mis defectos.

¿Que por qué digo esto? Porque estoy hasta los mismísimos cojones de encontrarme por los sitos más insospechados de la periferia de mi vida con gente que no se digna a mirarme a la cara. Porque estoy hasta los mismísimos cojones de que me nieguen un saludo. Es cierto: no me pongo en su lugar y, de nuevo, vuelvo a ser arrogante y soberbio. Pero estoy hasta los mismísimos cojones de que tomen un partido tan interesado como para que no les afecte en nada a sus vidas y, sin embargo, su actitud afecte a las vidas de los demás. Ellos no pierden nada. Son tan arrogantes como yo. El empate no me satisface. Incluso algunos dirán que no es comparable lo blanco y lo negro. Pero los pellejos y las vidas se viven por dentro. Fuera de los prejuicios, fuera de las apariencias, fuera del mundo de las convenciones. Las vidas se viven una vez y para siempre, más profundas y de forma más sincera.

¿Que por qué digo esto? Porque estoy hasta los cojones. Porque soy tan engreído y tan soberbio como para desear que me traten como a los demás. Ni más ni menos. Con la educación y los formalismos que ellos conocen y que aplican hacia las formas evanescentes. La vida es un tablero de juego. Comes y avanzas veinte. Te metes en casa, cuentas diez. Arrastras. Envidas. Saltas de oca en oca hasta que caes en la calavera. Mala suerte, my friend. Es decir, te jodes. Como Herodes. Te enrocas y das jaque. Proteges un peón porque crees que ganarás la partida. Y te meten un gol. Y te hacen falta fuera del área. Y te pitan técnica. O juego pasivo. La vida es un juego tan serio como para tomárselo  en broma porque no puedes pensar que es una broma que hay que tomársela en serio.

¿Que por qué digo esto? Porque estoy hasta los cojones de entrar en los servicios de estadísticas del blog y comprobar el lugar desde el que me visitan. Porque estoy hasta los cojones de ver que los que pasan olímpicamente de mi vida y me desprecian entran a darse un paseo recurrente. Porque me siento espiado. Porque estoy al margen de todo y fuera de todo menos de lo único que me queda. No es mucho pedir, ni nada deseable.

¿Que por qué me enfado? Porque estoy hasta los cojones. Hasta los mismísimos. Cataplines. Güevos. Buevos. Testículos. Pelotas. Partes nobles. Partes bajas o centrales, según desde dónde se mire. En el centro. Así. Plim. Plam. Zas. Zacabumba. Ay. Me enfado desde mi soberbia, desde la incomprensión, desde la falta de sintonía con el mundo. Desde el no saber. Sabiendo, que es gerundio.

Y una cosa, para acabar, amigos del mundo entero, desde Burgos hasta el fin de la tierra. Colegas. Hermanos. Y demás familia. Soy arrogante, pero no tonto. Soy soberbio, pero no imbécil. Y estoy hasta los cojones, pero estoy dispuesto a afeitármelos, a dejármelos relucientes, a sacar brillo para que sean presentables.En el mundo, todos –absolutamente todos– estamos condenados a entedernos. Y a ser escuchados, aunque no sea en un juicio. Y no os enfadéis por lo que digo. No merece la pena. Sólo soy un egocéntrico y arrogante, una parte insignificante del ancho y perfecto mundo.

(Y pongo la imagen de Rodrigo Vera porque me gusta. Y punto.)

14 comentarios en “Arrogancia. Entendimiento”

  1. Buenas noches, Raúl Urbina:

    Ahora que leo el comentario de Bipolar, ¿en su voz? "zacacumba", me suena a nana y a chacapumba, chacapumba y a Mercedes Sosa cantando el Duerme Negrito,

    v=gKgEBBUI6U4

    y a Víctor Jara:

    youtube v=LiHjDZIvkYg

    ¿Contestarás a qué te referías con Zacabumba?.

    Saludos. Gelu

  2. te falta este término para las peloticas: "pendientes reales" (salió en Los Simpsons)…

    para un buen acabadode bolas recomiendo encarecidamente la cera caliente. no tengas reparo en tirar fuerte.

  3. Buenos días, Raúl Urbina:

    No sé cómo decirte que me ha gustado esta Entrada, pero que no se me malinterprete.

    Ah, y me ha encantado la palabra Zacabumba. No la había oído nunca.

    Saludos.

    P.D.: 1.-He tenido que repetirlo entero, pues no había rellenado el formulario.

    2.- Ay, lo de ser escuchados, y ¡en un juicio!. ¡No dices nada !. Algún día te contaré.

  4. Se nota que estas hasta los cojones, porque te ha salido una entrada "cojonuda". De las del tipo tuyas (vomitadas más que escritas). De las que más me gustan y que hacía tiempo no escribías . Ese sentimiento de soberbia pero clamando aceptación del resto, lo tenemos todos. Por poner la nota divertida, me encanta lo de "por pasiva (pero sin mariconadas)". Lo dicho:un crack, y cuidado si te afeitas las pelotas que el rebrotar del bello debe ser cuando menos molesto… 😉

  5. Hola !!! miedito me das hoy porque estás hasta los cojones, pero me arriesgo y te saludo porque quiero, porque me da la gana y me apetece… vaya!! me gustaría visitarte más a menudo pero sigues vetado en algún servidor que otro… en fin… cuídate los cojones… XD

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