Ricos de verdad, verdaderamente ricos

Adoro el algoritmo. ¿Qué tengo yo para que esa confabulación algebraica me recomiende un capítulo concreto de un libro que se titula 8 Secrets of the Truly Rich (8 secretos de los verdaderamente ricos)? Si no llega a ser por esos azares que no tienen nada de casualidad, no habría llegado jamás a este libro. Es el momento en el que más cerca voy a estar de ser rico. Verdaderamente rico. Es un tipo de literatura que me repugna ya en general, así que no digamos sobre lo particular.

Pero me ha hecho pensar. Porque, desde su portada, el libro acude al tópico de que no solamente es necesaria la riqueza material, sino que se puede obtener, también, la abundancia espiritual (sea «abundancia» espiritual lo que sea, que nos lo imaginamos). Dos por el mismo precio, oigan.

No he sido capaz de leerme todo el libro, pero sí el capítulo recomendado: «Your Self-Image Will Attract Your Level of Succes»*. Más que nada, porque solo tiene una página.

Y ahí entramos en materia: la imagen que tienes de ti, la que proyectas, es la que te proporcionará el éxito. De hecho, el capítulo lo encabeza una cita de James Allen, que dice: «Las personas no atraen por lo que desean, sino por lo que son». Aquí Bo Sánchez va más allá y nos dice que la imagen que tienes de ti y proyectas no es solo eso, una imagen, sino la fotografía del futuro. Primero tienes que creerte algo para llegar a serlo y actuar en consecuencia. El éxito radicaría en cambiar esa imagen. Y aquí viene esa falsa palabrería de que, si quieres, puedes construir tu destino: trabaja en ti y acabarás cambiando tu futuro.

Me gusta mucho cómo acaba: «Al final del día, no importa quién eres. Lo que determina tu éxito es quién piensas que eres».

Ahí me he quedado, pensando. Solo estoy seguro de una cosa: no voy a ser nunca rico. Por fuera, seré siempre pobre; por dentro, mi abundancia espiritual será siempre escasa, cuando no tiende a cero. No me siento nada y no sabría proyectar una fotografía de futuro que no fuese distópica, en pleno apocalipsis zombi.

Pero sé que tengo mucho por hacer. Me queda como tarea pendiente leer a James Allen para regodearme en el título. Algo así como Tal como piensa una persona, así es su vida (Allen era un visionario, lo escribió en 1903). Y pensar en el efecto de nuestro pensamiento sobre las circunstancias (capítulo 2), que suena bastante en consonancia con el «Yo soy yo y mis circunstancias», de Ortega y Gasset.

Lo que ocurre es que me acuerdo de la canción de Eartha Kitt, «This is my life», pensando que he tirado los dados y nunca he ganado, que intenté (en vano) evitar el dolor, y que esta es mi vida. Y que esta es mi vida. ¿Qué puedo hacer, sino esperar a que los dados (los hados) me regalen el algoritmo que yo quiero?

*Sanchez, B. (2007). Your Self-Image Will Attract Your Level of Success. En 8 Secrets of the Truly Rich (p. 57). Shepherd’s Voice Publications, Inc.

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