Fotogramas perdidos

Bugs

La vida (nuestra mi vida) es un lío propio de una madeja enredada a conciencia. Pertenezco a una naturaleza inequívocamente cíclica, en la que yo muero pero nacen otros, del mismo modo que el otoño sopla unas hojas que volverán a crecer, distintas, en primavera. Y aprecio mucho a Pitágoras, pero me niego a pensar que formemos parte de un berenjenal existencial en el que todos los seres vivos estemos tan estrechamente unidos que no podamos comer habas por el miedo de merendarnos a nuestro abuelo. Individualmente, pertenezco a una asquerosa línea recta que va desde mi nacimiento en el alfa a mi óbito en la maldita omega (al final puede que haya una prórroga vitalicia con bucle sorpresa, pero será para mí tan inesperada como llameante). Mi cerebro no acostumbra a ser tan galante como para dejar sueños bonitos en el recuerdo, pero se empecina desde hace unos meses en dejarme espantosas imágenes de muerte. Mi dormir se trastoca en pesadillas en las que me encuentro solo contemplando la muerte silenciosa y plácida de los demás, y el blanco ha dejado de ser para mí un color positivo para desmoronarse en tibios sudarios a la luz apagada de la madrugada. A punto de llegar a la que podría ser, estadísticamente -más o menos-, la mitad de mi esperanza de vida, contemplo a ésta más bien de reojo, con esa desconfianza de quien no se fía de que le vayan a dar una puñalada por la espalda. Y, como no sabía qué hacer, me dediqué ayer a mirar mi línea del tiempo, de pe a pa. Así, en tristes listas de la A a la Z. Cuando mi vista paseaba cansada por la primera, contemplaba un lejano día de abril del que yo no era consciente pero vivido en la primera persona de la reconstrucción de nuestra memoria, hecha a base de retazos, recuerdos, invenciones y rememoraciones. De ayer hasta hoy, una vida construida sobre la ficción de lo que queremos ser, sobre la mentira de lo que nunca seremos y sobre la esperanza de que los dados nos hagan avanzar, casilla a casilla, hasta nuestro destino. La lectura de nombres y más nombres me desvió hacia la segunda lista: personas fallecidas en 1966. Como soy muy dado a lo anecdótico y superficial, no supe dar mucho sentido a mi búsqueda hasta que fui consciente de encontrarlo: ese año desaparecieron Montgomery Clift y Buster Keaton . Y recordando la mirada atormentada pero limpia del primero y rememorando la cara estirada y el ingenio contumaz del segundo, me pregunto qué coño gané naciendo. Y sí, ya sé. Me conozco todos los argumentos, las frases fáciles y todos los consuelos. Pero la vida, nuestra vida, es una puta película que acaba con el The End. Y algunos la hemos llenado con muy malos -malísimos- argumentos. Y no hay que ponerse tristes: no es momento de epitafios. Pero a mí me gusta -mucho- este. ¡Ah, y como alguien me recuerde una de mis películas favoritas, le parto el cuello!

6 comentarios en “Fotogramas perdidos”

  1. La vida, Bipolar, es un acto mecánico, es cierto: sólo falta que nos deje apretar algunos botones para que nos deje creer que somos libres.

    Merche, es un honor que te pasees de vez en cuando por Verba volant. Lo de triste no sé si es por castellano o por rarito, pero no digas muy alto esto de los encuentros de blogueros burgaleses en Ibiza, porque me veo a Blogófago mirando vuelos baratos para todos y allí que nos plantamos. Me preocupa, por otro lado, los problemas que ves en mi blog. No sé a qué se debe, pero espero que puedas solucionarlo. En cuanto a la letra, he intentado incluso que sea más grande de lo habitual en las bitácoras, pero no sé exactamente a qué se debe el que no lo veas bien. Te ruego que me sigas diciendo los problemas que encuentres para intentar darles una solución. Para consultar entradas anteriores, tienes que ir un poquito más hacia abajo de lo normal.

    Ay, Manzacosas, es que hay momentos y momentos. Y yo estaba ayer con el ánimo alicaído: sólo me quedaban dos cosas (exagerando de manera metafórica, claro): tirarme por la ventana, o contarlo. Me decidí por lo segundo.

    La vida pesa, Mafaldia. A mí, últimamente, me pesa mucho. Pero llegaremos a vivir lo mejor posible.

    En cualquier caso, os recuerdo que mi entrada acaba con una cosa muy muy positiva. El cerdito Porky y las tomas falsas en su famoso "Esto, esto, esto es todo, amigos" hacen ese fin repetido y repetible.

    Un saludo y gracias a todos.

  2. Hola. Soy de los que piensan que las cosas son más sencillas. Se nace, se vive y se muere. Pero eso sí, procurando transmitir a los demás la carga positiva que siempre llevamos dentro, trantado de entender a los otros, procurando que no haya enfrentamientos… Bueno, que esto no es un sermón ni yo un sermonero. Un saludo

  3. Chico, qué triste te veo… Ay, los castellanos de tierra adentro. Teneis que venir a daros un garbeo por el Mediterráneo a ver si os alegra un poco la vida. Me encantaría que todos los blogueros de Burgos hicierais vuestra próxima reunión aquí en Ibiza. Yo, encantada de organizároslo. Ya me direis algo… Besotes, M.

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