El peso de la lana

Lana

¿Cuánto cuesta un kilo de sueños? ¿Qué gramaje se canjea en la báscula por una sonrisa? ¿Qué longitud tenía el hilo de Ariadna para liberar a Teseo del engreído Minotauro? ¿Cuánta lana se necesita para tejer el laberinto de nuestro conocimiento? ¿Qué ocurre cuando se van cogiendo hebras de lana de colores infinitos, se dejan caer unas sobre otras hasta confundirse con todas las hebras de todos los colores del mundo? ¿Qué sucede cuando hay una mano tendida, que se agacha y recoge esas partículas del universo, sopla sobre ellas y siembra los días con la sombra del color y las noches con la luminosidad de los espectros convertidos en gestos? ¿Se pueden mezclar los colores y los sonidos en un concierto que comience por la síncopa del rojo y acabe por el grisáceo fado no escuchado?

Había prometido escribir entradas desde Covilhã (Portugal), pero el ajetreo de las jornadas y los pocos ratos libres con una conexión a mano me lo han impedido. Hablaré más sobre estos días intensos, llenos de retórica, argumentaciones y persuasiones. Pero hoy me gustaría destacar varias cosas: en lo profesional, que el grupo de investigación LABCOM tiene proyectos que pueden ser el modelo de referencia para cualquier grupo del mundo académico interesado en temas audiovisuales y, además, sabe sacar el máximo provecho de todos sus recursos materiales, tecnológicos y humanos. En lo personal, que el trato que nos han dado a los tres profesores que veníamos de fuera ha sido atento, delicado y exquisito. Este grupo portugués de profesores combina su sabiduría con su modestia, sus referentes académicos con su atinada sonrisa. Quizás sea conveniente explicar el título de la entrada. Parte de la Universidade da Beira Interior está construida sobre una antigua fábrica de lana, en una sabia combinación de funcionalidad y huida del derribo rápido e irreflexivo. La estancia en esta preciosa localidad, la coexistencia del conocimiento, de laboratorio y el ordenador con las antiguas máquinas me han hecho reconocer que el mundo es un ovillo de lana, que encierra en sí mismo los colores y las formas. Sólo falta que alguien sepa inventarlas, disponerlas y tejerlas.

Senti-me muito a gosto em minha estadia em Covilha. Sois bons professores e boas pessoas e, portanto, envidiables. Muito obrigado.

Para terminar, el que quiera conocer la dificultad del rojo y la facilidad del vermelho, la larga extensión y complejidad de nuestros vocablos sencillos y la sencillez de nuestros vocablos complejos, quien quiera sentirse fascinado y diluido en una sociedad que creemos conocer por medio del apartamiento y en una lengua que creemos entender por la vía de la ignorancia, que vaya a la Universidade da Beira Interior. Se sentirá parte de ese ovillo. A mí, me ha reconciliado con la palabra espantoso. No os la perdáis, en sus acepciones más significativas.

 

(La imagen es de chatirygirl)

 

5 comentarios en “El peso de la lana”

  1. Una gran ciudad, Pedro, es cierto (¿sabías que hicieron un II Encuentro de Blogs en 2005). Y correremos delante de las Parcas, como en los San Fermines. ¡Cuidado con Estafeta, el empedrado mojado o la entrada a la plaza!

    Gracias, Bipolar. Tú sí eres "espantosa". Lo mismo que Manzacosas y Bibliotecaria…

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