Deseo, seducción

Irina

El deseo es una emoción, un impulso. Parte de alguien para llegar a nosotros o parte de nosotros para llegar a alguien. En ese intersticio, se provoca la tensión entre el deseante y el deseado, entre la imagen y su reflejo, entre la realidad y la imaginación. El deseo es también disputa o reñida compartición (1 y 2). El deseo es, también, una obsesión. Lo decía Avicena, en palabras de Umberto Eco: el amor es «un pensamiento fijo de carácter melancólico, que nace del hábito de pensar una y otra vez en las facciones, los gestos o las costumbres de una persona del sexo opuesto […]: no empieza siendo una enfermedad, pero se vuelve enfermedad cuando, al o ser satisfecho, se convierte en un pensamiento obsesivo» (El nombre de la rosa). Ese pensamiento obsesivo nos recorre las entrañas al ver los hombros de Irina, sus labios y su mirada fija en nuestros ojos, convencidos destinatarios de su luz divina. Es un deseo de dentro, casi impuro, que paradójicamente se convierte también en algo puro y sereno, nacido de la convicción de la imposibilidad hecha realidad. No es Irina, no somos nosotros. Es Irina en nosotros. O ni siquiera eso. No es Irina, es lo que su reflejo nos deja ver. Es la obsesión del melancólico, decía Avicena. Hablaremos sobre los humores y sobre los temperamentos. Otro día. Pero los deseantes deseadores parecemos atrabiliarios, melancólicos, cuencos excedentes de bilis negra que desbordan la pasión.

Sólo tenemos una medicina, que es la seducción. Pero esa es arma poderosa, nuestra baza para la conquista. Y también hablaremos de ella otro día. No es bueno mostrar las armas (ni las bazas) a los «enemigos» co-deseantes, a no ser que ellos las elijan en un duelo.

10 comentarios en “Deseo, seducción”

  1. Como os dije no me suelo andar por las ramas, por lo que decidí comenzar el cortejo antes que mis rivales. Así que ni corto ni perezoso, y armado con el afamado libro de autoayuda "30 Trucos para ligar", me atrevi a acercarme hasta Irina y friamente, una tras otra puse en practica todos las artimañas que recomendaban las 257 paginas del denso manual. Aparte de alguna que otra furtiva mirada de sorpresa de los viandantes y de alguna persona que se refugiaba de la lluvia en la misma marquesina, pude aproximarme tanto a Ella que perdi la nocion del tiempo, el espacio y la realidad. Al finalizar el libro me despedí con un guiño convencido de mi rotundo exito y regrese a casa paseando feliz bajo la lluvia.Cual fue mi desagradable sorpresa cuando tras ponerme delante del ordenador y conectarme a Burgosgrafia, descubri que mientras yo la imaginaba cautiva y desarmada, a quien ella realmente miraba con lujuria era al fotografo….Mira Irina, no te lo tomes mal, pero dejo nuestra relación…es muy estresante.

  2. Recibo la indirecta, mejor dicho el gancho de izquierdas, y sin embargo no dejo de ejecutar mi movimiento de piernas, soy veterano en mil peleas y buen fajador…

    Sabéis que yo no soy un gran teórico, como vosotros, ni tengo vuestra habilidad para el hábil uso de la pluma…..pero soy hombre practico que no se anda por las ramas.

    Pronto os lo evidenciaré…

  3. ¡Jopé con la Irina! Os ha llegado al alma, esta rusa o, bueno, eslava. Chicos, tranquilos, adoptad una actitud muy "Humphrey Bogart", muy "cool" porque estas eslavas saben latín…y podeis quedar atrapados en sus redes sin poder salir…. ninguno de los tres que ya sé que suspirais por ella. Suerte. Besotes, M.

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