La mano en el fuego y el cuchillo en la espalda

 Serialkiller1

Sé que lo que me has dicho hoy, sabiendo que estoy así, es un desafío, un loco desvarío, un capricho intolerable. No pretendas improvisar sentencias con que condenar pecados y vicios que aún no he cometido: es todo cuanto te pido. Así te sigo el juego, con la mano en el fuego. Me he quemado siempre por ti y ahora he renunciado al cielo y me arrastro por el suelo. Con la mano en el fuego, veremos lo que pasa en este futuro que nadie comprende. No lo hago sólo por mí y creo que tampoco me voy a arrepentir. Bien: dejemos el tiempo correr (¿o no?) pensando que no habrá otra vez, pensando que no eres mía, que no soy tan frío. ¡Esto es un abismo insoportable! No, no tengo motivos (¿o puede que sea al contrario?) y sí mucho que perder. Pero siento las llamas tan cerca, abrasándome… Te sigo el juego poniendo la mano en el fuego. Me he quemado siempre por ti, he renunciado al cielo y me arrastro como una vil alfombra por el suelo. Ya veremos lo que pasa luego: sigo pongo la mano en el fuego. No lo hago sólo por mí. Y no creo que me arrepienta. Otros habrá que tiemblen.

Versión prosificada y deliberadamente modificada de «La mano en el fuego» de Fangoria, dedicada a quien corresponda -se ruega que ningún allegado se sienta excluido-. Mil disculpas si la entrada es deficiente, ya que está escrita con una sola mano. Tenía la otra ocupada quitándome un puñal de la espalda.

(Imagen de abnelphoto.com)

2 comentarios en “La mano en el fuego y el cuchillo en la espalda”

  1. Por lo menos no la tenías ocupada en el sitio -que por su propia naturaleza intrínseca es el elegido por la mayoría masculina-, es mucho más original llevar un puñal en la espalda -mano incluida-

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