La noticia es pequeña

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Mucho me temo que esta entrada acabará con el poco prestigio que me quedaba. Me bajo del pedestal de lo insustancial para quedarme en lo meramente anecdótico; abdico de la incongruencia para sumergirme en el dislate; peco de pecador no redimido, nunca redimible.

Pese a intentar enseñar asignaturas con nombres tan poco sospechosos como «Medios de comunicación y sociedad», los medios de comunicación, tal y como los concebimos ahora, me gustan más bien poco. Hay excepciones (muchas y notables), pero el «cuarto poder» se ha ido desdibujando hasta formar parte integrante de alguno de los anteriores. Me aburre soberanamente saber que estás escuchando una noticia de una manera porque estás sintonizando una emisora y no otra; me enerva y subleva oír alegatos en favor o en contra de x sólo por la diferencia que va de la tecla que pulses en el mando a distancia; me sume en la tristeza que alguno de los medios impresos que siempre me han gustado me alejen tanto de la realidad para acercarme tanto a «su» realidad como para que me queme.

Pensar en la objetividad plena es un deseo imposible. Entre otras cosas, porque no existe ni ha existido nunca. Buscar la equidistancia es una quimera, porque ningún ser humano tiene una simetría tan perfecta como para no tener una parte gemela de su cuerpo más grande o desarrollada que la otra. Lo que me molesta es el cojear de manera indiscriminada en el mismo sentido torticero, animado no por la interpretación de la realidad –tan necesaria– sino por la tergiversación de la misma. Me gusta –en fin– leer, escuchar y/o ver a personas, no a integrantes sumisos de un lobby perfectamente organizado.

Por eso, mis visitas a los periódicos son rápidas en lo importante y profundas en lo anecdótico. La anécdota ha sido para mí el sustento más genuino de la realidad auténtica. Cuando mi padre, que trabajaba en una agencia de publicidad, venía cargado de periódicos a la casa de mi infancia, sabía cómo respiraba España por las páginas de sucesos. Me fascinaba tumbarme en el sofá con el periódico abierto por una página que desgranaba las miserias de lo que era la brutalidad de la España de los setenta. No queda en mí ningún recuerdo de los grandes momentos ni de las grandes promesas. La España del machete en la espalda, del degüello fácil, del asesinato múltiple y vigoroso, de la venganza pura y dura, del gesto torcido ha permanecido más que todos nuestros grandes progresos.

Los medios nos enseñan en grande lo primero y nos entreveran lo último en una caja menor, pero la historia se encarga de invertir todos «los papeles». Hemos cambiado nuestros trajes y nuestras gafas, hemos embaldosado –mal– nuestra calles y el asfalto es menos pedregoso e igual de ineficaz. Pero nosotros, los de entonces, seguimos siendo los mismos. Y, en Burgos, tenemos nombres y apellidos.

(Imagen de Zarko Drincic)

7 comentarios en “La noticia es pequeña”

  1. Qué es menos malo, ¿abrir el diario por la página de sucesos o por las esquelas? (que tampoco están tan lejos la una de la otra…)

    :S

  2. Bueno, creo que siempre ha sido así, el gran cambio lo ha dado el número de medios, como siempre hay que ver lo positivo y es que si no hubiera posibilidad de contrastar no nos habríamos dado cuenta del gran engaño y como ya lo sabemos cuando se pasan un pelin tiro de dial o de mando… SOY LIBREEEEEEEEE … 🙂

  3. Lo reconozco.

    Ahora la mayoría de las veces cojo el periódico para seguir con esos cupones que me dan opción a (un video, báscula, cámara fotos, gps, móvil, noche en un hotel…

  4. El servilismo de los medios es un mal de nuestros días. Además y lo que es peor, un mal socialmente aceptado. Todos sabemos de que pie cojea la Cope, de cual la Ser, cual es el punto debil de Antena 3 y el de Tele 5… Y no nos extraña.

  5. Nada de lo que publican los periódicos es casual. Mucho menos lo que silencian. Cuanto más potentes son, más involucrados están con alguna forma de poder y su objetivo es «mediatizar», a veces sin sonrojo. Afortunadamente, internet es un espacio muy cómodo para contrastar las diferentes fuentes y sacar conclusiones, pero en esto sucede lo que en política y en fútbol, si eres hincha de un equipo las razones del contrario no cuentan aunque sean de peso. De todos modos, y saliendo de generalizaciones, hay formas y formas de jugar, porque los hay verdaderamente tramposos.

  6. ¡Cuánta razón tienes, querido Raul! Hoy en dia la "prensa" no dice más que obviedades político-correctas que me empachan. No te puedes imaginar la gozada que fue estar SIETE DIAS perdida en las islas Barú sin saber nada de nada. No había experimentado esa sensación maravillosa desde mis años 70 en Ibiza. (¡casi ni me enteré del proceso de Burgos!). Besotes, M.

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