Reyes y mujeres

Crown

Ayer me llevé una sorpresa leyendo El País. Me encontré con un titular que hablaba sobre el rey y sus mujeres. Por un momento, pensé que por fin iba a saber la verdad. Sofía, por supuesto, en sus ratos oficiales. Pero Paloma, Bárbara, Anne incluso, iban a copar los lugares que les correspondían no solo en la parte central del soberano, sino también en el papel o en el medio virtual. Por fin iba a conocer lo que se decía en cenáculos y comidillas (nunca una palabra iba a ser más adecuada que ésta), lo que se murmuraba a voces. Digno de su estirpe familiar, el soberano tiene sus lances, sus dejes y sus tendencias.

Pero no. El titular trataba de otro rey, del que se sabe casi todo y, por lo tanto, no añade morbo, ni cuchicheo, ni sotto voce, ni nada. No me iba a enterar, por lo tanto, de la mezcla auténtica de los flujos reales con los de las plebeyas. Y es que, en noches como la que viviremos hoy, uno se pregunta dónde están las mujeres. Las veremos, sí, en las pastorcillas. Porque los pajes tienen un femenino difícil.

Que os traigan muchas cosas. Aunque hayáis sido malos, ya no vale el carbón, porque es energía poco sostenible. Los paneles solares abultan mucho. Nos conformaremos, en cualquier caso, con los molinillos.

(Imagen de Daniel Y Go.)

5 comentarios en “Reyes y mujeres”

  1. Alberto, te la has cargado con todo el equipo. Mañana no esperes ni molinillos, ni carbón, ni paneles solares. Este año te vas a "joder" de frío por osar tamaña pregunta.

    P.D.: He buscado un sinónimo más culto para la palabra entrecomillada pero no encuentro ninguna más tan explícita como ésta.

  2. Era tal la complicidad de Bouza con el rey en el tema de la decoradora que, en cierta ocasión, “recordé a don Juan Carlos que tenía yo empezado un poema “Marta, mirto…”, y le propuse adaptarlo a ésta, para lo cual procedía algo de ins-piración de mi parte, dándome detalles de su personalidad. Y con unas pocas fotografías terminé el poema que llevé a S.M. (a quien le pareció excelente), con el ruego de que se lo entregase a la destinataria, como así debió hacerlo, y creo que le gustó mucho a ella”. Fue en la mitad de los años ochenta.

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