Solo los ángeles tienen alas

Iba a decir que nunca fuimos ángeles, pero ahora nuestra vida no tiene parangón con la comedia. Sería, por lo tanto, más justo  decir que solo los ángeles tienen alas. Que nuestra vida es una gesta, un intento de enlazar sitios recónditos entre cumbres, aventuras y miopías. Nunca fuimos ángeles porque nuestra inocencia solo anida en un lugar ignoto. Porque tenemos sexo. Porque no podemos volar, por mucho que lo intentemos, por mucho que intentemos abrazar las corrientes de aire caliente y procuremos permanecer en un lugar que no nos pertenece. Más pronto, más tarde, se inicia la caída.

Nunca fuimos ángeles porque tenemos demasiado calor para anidar entre el nimbo de los justos, porque tenemos demasiado frío como para no intentar vagar desnudos por el mundo de las tinieblas, entre los que nunca serán nuestras iguales. Solo los ángeles tienen alas. Confiamos en ellos cuando éramos niños, buscando su protección. Pero, como referente, solo tenemos dos certezas: que no tenemos alas; que algún ser alado prefirió privarse de sus apéndices para estrellarse en nuestro suelo. Nuestro bendito, duro y pedregoso suelo.

(Fotografía de Luis Reina.)

4 comentarios en “Solo los ángeles tienen alas”

  1. No somos ángeles y ni falta que nos hace.

    Porque también sería un poco peñazo ir toda la vida cargando con unas alas a la espalda, unas alas de verdad.

    Las verdaderas alas no son tangibles, no se compran, ni se venden.

    biquiños,

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