Camino despacio. No es por necesidad, es por el empedrado. Pobres tobillos. Un autobús me acaricia con su retrovisor en el hombro derecho. Sin avisar, el muy hijodemalamadre. Un semáforo en verde es traicionero. Tres semáforos y un andar confiado es una sentencia de muerte. Cuatro jovencitos, chico y chica, chico y chico abarrotan la acera, sus manos emparejadas como si no hubiera futuro. Un edificio antiguo, solemne, apunta hacia un cielo que oscila entre el sol y la nube.
Llego a un lugar asfaltado. Acelero. No es por necesidad, es por mimetismo. Un tipo estrafalario, chistera de terciopelo. Lo juro. En la puerta de un bar, se ríe de algo. Seguro que es un recuerdo, más triste de lo que esperaba, más severo de lo que se merecía. Un escaparate me devuelve una foto de los Ramones. Y de Kiss. Con música de tango. Esto no es mezclado, es agitado. Sin lugar a duras.
La calle solo se termina a lo ancho. El largo es inalcanzable. Una mujer se recoge sobre sí misma. Son los años y la fuerza de la grave-edad. No llevo auriculares, pero oigo una canción. Y me parece escuchar tu nombre. Como tantas veces. Como siempre.
Imagen de Eddie.