Nuestro descubrimiento

Cosmohombre

Creo que lo he dicho ya, de manera implícita o explícita, es algo obvio: no hago más que mirarme. Me gustaría reflejarme y reflexionar como mi amigo Pedro en La acequia en su serie dedicada al deseo. Pero entonces no me vería a mí, no sería capaz. Cuando veo esto se anula por completo mi reflexión sobre el ser humano: será una cuestión del flujo sanguíneo, que parece que sigue otros derroteros lejanos a mi cerebro. O no. Quizá, ya lo sé, todo esté en él. Pero contemplo intelectualmente el deseo, reflexiono sobre la pasión, buceo en la emoción y no puedo contemplarme más que cómo un sujeto pasivo (qué mal suena esto…). Un ser distante y alejado de mí mismo. Como soy un elemental de tomo y lomo, me lo planteo muy en serio y decido cambiar. Me digo a mí mismo: a) «No te deleitarás con los carteles publicitarios de mujeres en las paradas de autobuses; b) no quedarás diluido en la belleza sensual de esos labios tan lejanos de ti mismo; y c) no realizarás contrastes del deseo con tu pobre, con tu triste vida». Por eso, me he hecho un propósito firme. Voy a cambiar. Voy a dejar de mirarme al mundo como modelo de todo y a mí mismo como modelo de nada. Y voy a recorrer, a socorrer y corroer el paso de nuestra existencia por dentro y por fuera. Para el interior, ya he encontrado la forma de darme un garbeo. Bucearé por el cuerpo y sus problemas para buscar soluciones. Y exploraré el corazón y los músculos, el íleon y el oído interno. Con interés pero con desapego. Con el ansia científica de verlo todo en su versión íntegra, con el impulso ineludible de estudiar la autopsia calibrada y seca en armarios y muebles de metal. Para el exterior, me dedicaré al Universo. Estrella a estrella, con explosiones grandes y estrellas enanas, nebulosas y polvos (cósmicos). De lo grande a lo pequeño, del interior a su reverso. Con el propósito confesable de abarcar la imposibilidad del todo. Pero no nos engañemos: el cuerpo (su cuerpo) a veces encierra todos los secretos del Universo en los que nos perdemos.

11 comentarios en “Nuestro descubrimiento”

  1. y lo exterior como vacío y yo como todo y al revés, como dices, y ni el exterior y ni el interior y un vacío de todo y un todo de vacío y qué diferencia es entre una entrada y una idea y para averiguar de dónde vienen los deseos y los ataques imaginativos y imaginarios, los deleuzianos recomiendan los pasajes de spinoza sobre los afectos

  2. Pedro, me encanta perderme y si mi atrapan -depende de quién sea- mejor. Nos vemos en este bonito encuentro de pérdidas de deseos e identidades.

    Bipolar, no me quiero flagelar. Pero quiero que me quiten el hipo con un buen susto corporal.

    Blogófago, esto no nos lleva a ningún sitio. Te he visto las intenciones y me da pena que estés tan equivocado, con lo que yo te aprecio. Irina sólo me mira a mí (lo noto en sus ojos). Creo que te has equivocado de parada de autobús. Pero esto continuará en tu entrada sobre este particular.

    Querido Manzacosas, no cambio, me cambian. Es ela…

    Mafaldia, me has dejado estupefacto, porque la primera observación y la última eran intencionadas, pero la de en medio me ha dado de lleno en el inconsciente, Freud mío.

  3. …flujo sanguíneo, que parece que sigue otros derroteros lejanos a mi cerebro

    Como soy un semental de tomo y lomo,

    y estrellas enanas, nebulosas y polvos (cósmicos).

    Jo! ¡el subconsciente! ¡qué miedo más grande!

  4. Hola. Oye, ¿y si en vez de cambiar te quedas como estás? A mí me parece que lo estás haciendo muy bien en la vida… Bueno, es una opinión. Un saludo. Manzacosas

  5. La señorita quita la respiración

    Esto de buscar colesterol y espinillas a la belleza para destraumatizar parece una flagelación.

    Hermano Zacarías, te recomiendo contactes con el padre exorcizador para que te haga un apaño.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.