Alegorías electorales (IX), tristes realidades

Cartel roto

Lo leo en Código de Barras antes que en ningún otro sitio y no me lo creo. O, lo que es peor, no quiero creer que ETA le quite la vida a un antiguo edil de Mondragón, que le prive a su mujer de un compañero y a su hija de un padre. A nosotros, nos quita muchas esperanzas. Al País Vasco, se lo quita todo. Algo anda roto ahí arriba y me temo que pegar tres tiros por la espalda no es la mejor manera de solucionarlo.

Me gusta el País Vasco. No es ningún secreto: pese a haber nacido en Burgos, mi apellido alavés desvela el origen de mis antepasados. Me gusta especialmente San Sebastián, una de las ciudades más bonitas del mundo (sin hipérboles) y uno de los sitios en los que más a gusto me siento («Sanseestabién», decía mi padre: heredo orgulloso también sus pasiones). El pasado 24 de febrero, en un deseo de romper la monotonía y la soledad de los domingos alternos, cogí el coche y me decidí a estrenar (casi) mi nueva Canon entre la lluvia y la neblina de un día gris y triste (es decir, precioso). Llegando al bulevar, me encontré con el letrero que encabeza la entrada y toda una alegoría. Estuve también en la Plaza Sarriegi, donde he pasado tantas y tantas vacaciones cuando era un niño. Me gustaba aproximarme, entonces, a ese soldado; mirarle fijamente. Quería creer que un día resucitase de su estatismo. Mirándolo ahora, en la fotografía que cierra la entrada, ensimismado en la visión de otra alegoría, creo que ese soldado está dormido, muerto y petrificado. Y no creo que resucite nunca. En todo caso, y pase lo que pase, a Isaías Carrasco le han robado su vida y sus sueños. A nosotros, nos han robado la esperanza. Y al País Vasco se lo están robando todo. Ese -y no otro- es el conflicto.

Abstentzioa

 

 

 

5 comentarios en “Alegorías electorales (IX), tristes realidades”

  1. Pues parece que hay que recuperar la esperanza… y demostrar que estamos por encima de ellos. La categoría moral, en este caso, creo que es un grado.

  2. Mira que es bonito el Norte, mi familia materna es Navarra y mis abuelos de origen vasco… me gusta el Norte, pero todavía recuerdo de pequeña las pelotas de goma verde que entraban por la ventana, el miedo a salir a determinada hora de la tarde porque había bronca… es una pena y desde luego no son maneras de reivindicar nada, son muchos años machacando a un pueblo y asesinando inocentes a sangrefría "cobardes".

  3. No, por favor… NO. No nos quitan las esperanzas. Las redoblan.

    Comparto contigo el amor por San Sebastían. Sólo te diré una cosa: conocí esa ciudad cuando mi padre se sometía a radioterapía -murió meses después- y aún así, me pareció hermosa.

    Pero tendremos que ser firmes contra los asesinos y las alimañas que los alientan. Con la firmeza que nos da la Ley… y la razón.

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