Flexibles y coordinados desde el sillón

No me puedo creer la enseñanza de la Educación Física que están recibiendo nuestros mozalbetes. Hace unos cuantos años, mi hijo –él tenía, por aquel entonces, nueve– me comentó que en clase le explicaron cómo se estiraba el psoas. Yo le pregunté qué era el psoas y, lógicamente, no me supo contestar claramente. Después le inquirí que tipo de músculos habían estudiado en Conocimiento del Medio y, comprobando con el libro, vi que estudiaban los básicos (es decir, los normales). El profesor en cuestión pensaba que quizá hablar con una terminología muy especializada le ponía en un pedestal, pero yo creo sinceramente que es muy necesario que las personas conozcan los principios del estiramiento, pero no es totalmente indispensable utilizar palabrejas que, más que ayudar, pueden confundirles (por no hablar de ese desfase entre los conocimientos lógicos y propios de una asignatura con los de otra). También era imprescindible realizar un cuaderno de Educación Física para que los alumnos reflexionasen sobre su actividad. Yo me subía por las paredes cuando veía que mi hijo suspendía el cuaderno de EF (sic), ya que pensaba (y sigo pensando) que, a los nueve años, esta reflexión es muy complicada para un alumno, por no decir que ya estaban hasta arriba de rellenar cosas en cuadernos de otras asignaturas.

A principios de este curso, me encontré con la noticia de que iban a tener un libro de texto de Educación Física en segundo curso de la ESO. Reconozco que me dio mala espina, pero quería esperar el uso que se le daba. Para mi sorpresa, tuvieron un examen teórico de un tema visto en clase. El contenido del mismo hablaba del sedentarismo de la sociedad actual, de la disminución del tiempo dedicado al ejercicio físico de los jóvenes, de los consejos para una vida sana. Todos estos conocimientos los asimilaron sentados desde una silla dentro de una clase, lo que chocaba de bruces con los principios teóricos impartidos y contradecía el principio mismo de la asignatura.

Para contextualizar algo más el problema para aquellos a los que les quede algo lejano, diremos que en la Educación Secundaria Obligatoria los alumnos tienen dos períodos lectivos (que no son de sesenta minutos) de Educación Física. En el colegio de mi hijo no permiten que los alumnos vayan al colegio vestidos con el chándal, sino que tienen que acudir a las clases con uniforme. En principio, tal medida podría ser loable por estética e higiene, pero esta última razón parece casar muy mal con el hecho de que los alumnos se cambian después de la clase para volver a ponerse el uniforme sin ducharse, lo cual convierte la medida en una cerdería y en una inevitable pérdida de un tiempo ya escaso.

Hoy, tras las vacaciones de Navidad, ha vuelto a tener clase de Educación Física y la sesión, me dicen, ha tratado de la coordinación y la flexibilidad. La clase ha consistido en estar sentados en clase leyendo el tema (ni siquiera explicado de forma amena). Que quede bien claro que yo creo indispensable la asimilación de conceptos teóricos sobre la práctica de la actividad física: sin duda una buena transmisión de estos conocimientos es de gran provecho para comprender por qué se hace algo y para qué se ejecuta. Pero estoy totalmente convencido también de que un profesor puede impartir esos conocimientos a medida que se desarrolla una clase en el lugar propicio para esta asignatura, que es un patio, un gimnasio o un polideportivo.

Luego nos quejamos de lo que he comentado antes: sedentarismo, inactividad, obesidad infantil y otros muchos asuntos que aparecen en los medios de comunicación y que, lógicamente, nos alarman. Y es que, en estos asuntos, como en otros, el movimiento se demuestra andando.

(Como pequeña añadidura, diré que mis primeros pasos en la enseñanza fueron en la Educación Física, asignatura de la que fui profesor durante tres fecundos años. La imagen es de Antonia Páez Duque.)

4 comentarios en “Flexibles y coordinados desde el sillón”

  1. Holaaaa. Yo sinceramente no lo veo tan mal, creo que una buena educación teórica puede ayudar enormemente a la educación física siempre y cuando (creo que aquí está el problema) no sea solo teórico, y la teoría se adecue al nivel de los estudiantes y a la educación práctica, la más importante para esta asignatura.

    sinceramente creo que al tratarse de una enseñanza, no debe quedarse el hecho de correr, en correr, si no en saber por qué se puede correr. saludos

  2. Parece una contradicción del 15 intentar evitar el futuro sedentarismo practicando
    sentados. La verdad que ya he odio comentar que la enseñanza está mal,
    y sin duda ésta es una buena muestra. ¿De dónde habrán tomado el modelo?

    Gracias por pasarte por mi blog, te enlazo hasta el mio para no perderte la pista.
    Y te sigo en twitter.

    Un beso

  3. ¿Eso es cierto? Buf, no es que hayamos perdido el norte, es que ni sabemos de su existencia y por tanto ni lo buscamos. Somos cursis, cursis, cursis… PUta «sociedad del bienestar» (con perdón).

  4. ¿Ahora estudian la Educación Física sentados? En mi época colegiala en Toronto, teníamos una profesora rusa que nos entrenaba como si fueramos a ir a las Olimpiadas… Venga saltar el caballito, tocarnos las puntas de los pies con las manos (unas cien veces) y mil torturas más. Pero tendré que agradecerle que he crecido con un cuerpo bastante equilibrado. Besotes, M.

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