Primera parte: pon a prueba el color de las venas
ELLA. Mira mis muñecas. ¿Ves algo??
ÉL. ¿Algo como qué.?
ELLA. Las venas. ¿Son azules o verdes??
ÉL. Son… venas. ¿Me estás vacilando??
ELLA. Pero qué tonto eres, ya sabes que no vacilo con estas cosas. Las venas, si parecen tener una tonalidad verde, dan a la piel una apariencia cálida. Y, si son azules, una apariencia cálida una apariencia fría. A ver las tuyas…?
ÉL. ¿Y?
?ELLA. Si es que parece que no se te ve ningún color. Igual es que no tienes sangre en las venas, ya decía yo.?
ÉL. Sí, claro, si es que soy una mezcla de vampiro hibridado con un reptil. No esperaba otra cosa. Y no me digas más, a ver si ahora la joyería y la flebotomía son temas hermanados.?
ELLA. Pues no quepa la menor duda. Y mira, las mías son verdes. Por eso me sienta mejor el oro que la plata.?
ÉL. No te equivoques: te sienta mejor el oro porque es más caro, punto pelota. Y a mí no me sienta bien ni el oro ni la plata porque no tengo sangre en las venas. O, mejor, porque no tengo dinero.?
ELLA. Hijo, qué borde. Con lo bonito que resulta que la temperatura de la piel y la temperatura del metal estén en armonía.?
ÉL. Uf, entre la colorimetría y las microtonalidades, no voy a pegar ojo esta noche.
Segunda parte: ya decía yo que los metales eran metáforas.
ELLA. ¿Y si lo frío no es ausencia de calidez, sino una forma de contención? Tú siempre tienes las manos heladas.
ÉL. Claro, calidad desbordante para uno, con oro a raudales, frío, contención y análisis para mí. Y, si quiero calor, manos al radiador.
ELLA. Es que la plata no es fría porque no tenga calor, sino porque mantiene el color bajo control.
ÉL. Me he perdido y no me encuentro. Me siento como una máquina que recibe emociones pero las procesa antes de devolverlas. Puede no ser control, sino señal de supervivencia.
Tercera parte: no hay piel sin tono, ni tono sin carácter
ÉL. Ya empiezo a entender esa teoría. Por eso el tono de la piel, que explica que hay gente, como tú, que tiene moreno de rica y gente (como yo) que tiene moreno de pobre.?
ELLA. No es cosa de pobres o ricos, pero sí de pieles.?
ÉL. Sí, es cosa de pieles de los ricos y pieles de los pobres. Unos con el brillo dorado de lo natural, otros con el oscuro eclipsado de las sombras.?
ELLA. Pero qué cabezota, es como la ropa, cuando alguien se pone una ropa que encaja perfectamente con su cuerpo y con su piel.?
ÉL. Ahora sí que la hemos liado con la ropa. Hay colores que parecen que están pintados para ti según tu color de pelo, tu color de piel.
?ÉL. A mí no me mires la piel. Azul en todos sus tonos y punto. La piel ya se puede ir al fresco. No es bonito vacilar con toda esta conversación, que ya se está alargando demasiado, también te lo digo, a un acromatópsico.?
ELLA. Allá tú. Cuando todo está en armonía, todo cambia.?
ÉL. O no cambia y me crees diferente. Puede ser, ¿no?
Cuarta parte: la frialdad tiene su lógica
ELLA. Ese afán tuyo por el análisis no es más que un mecanismo de control. Qué manía con controlar, medir, calcular.
ÉL. Bueno, yo lo llamaría profundidad de campo o, lo que es lo mismo, mirar hacia el horizonte esperando ver algo que tenga sentido.
ELLA. Yo no creo que ese subtono neutro que paseas por la piel y por la vida sea más que una fachada, una cara de póquer.
ÉL. Una pose.
ELLA. Una pose impostada, claro que sí. Es mejor saber tus colores, acostarte con tus pendientes favoritos que exhibir tu vacío infinito.
ÉL. Luego está El Cigala, con el peso de su existencia.
ELLA. No te equivoques: a veces, los destellos de calidez son un aviso de que estás vivo.
Quita parte: el uniforme emocional
ELLA. ¿No te das cuenta de que tu introversión, tu revolverte en ti mismo, tu color de ropa, tus azules infinitos no son más que un uniforme?
ÉL. El uniforme de las emociones. Todo una sinfonía al aburrimiento.
ELLA. O preferir la seguridad antes que el riesgo, antes que la belleza.
ÉL. Cuando salto desde algún sitio, necesito saber que hay agua debajo.
ELLA. No todo es contención. Es bonito, de vez en cuando, romper con esa armadura. A veces no hay agua, pero sí una cama elástica que te devuelve el placer y la vida.
Sexta parte: para no concluir
ÉL. Entonces, ¿mides todo antes de vestirte, las pulseras, los pendientes, los colores, las formas?
ELLA. Lo controlo de forma espontánea. Me visto como me parece y, luego, sí, elijo unas pulseras, un anillo.
ÉL. Y con un sistema funcionando detrás.
ELLA. Con un sistema funcionando por delante y por detrás, el de disfrutar con la ropa, con los matices, con la vida.
ÉL. Mira mis venas. Yo creo que ahora son más azules.
ELLA. Yo sigo sin ver ningún color…
ÉL. Gracias.
ELLA. De nada.
Entrada perteneciente a la serie Diálogos.
Imagen: «Au Revoir» (1920) fashion illustration by George Barbier. Original from The Beinecke Rare Book & Manuscript Library.
