Sí, voy a hablar de bicicletas… de coches y de peatones

Bici ambulancia en Londres

Pues sí, lo siento. Voy a hablar de bicis. Con el pedal en el pie y con el corazón en el pecho. Y sí, probablemente voy a decir cosas que no gusten a los que no les gustan las cosas que digo y que gusten a los que les gustan las cosas que digo. Incluso, pueden darse casos extraños, cruzados e híbridos.

Empezaré por unas palabras que dediqué al blog En bici por Burgos:

Somos peligrosos opresores en las aceras, molestos carcamales en las calzadas y en el carril bici compartido somos cuando podemos. El carril bici se convierte en estercolero, sumidero que no asume, zona que se valla para que no se vaya, lugar de periplo de tacones de aguja y carritos de maleta…
Me siento orgulloso y contento de ir en bicicleta.

Y sí, amigos, sostengo prácticamente todo lo que dije.

¿La bici es un vehículo? Sí y no. Cuando el que opina es un sufrido conductor, que quiere ir a 50 km/h y se encuentra con un ciclista que va a 17, no. Cuando el que opina es un peatón y contempla indignado a un ciclista en una acera, sí. Puede que todos tengan un poquito de razón y nadie la tenga en su totalidad. Si fuese un vehículo, sin más, no existiría la necesidad de hacer carriles para las bicicletas. La misma existencia (o inexistencia) de estos carriles contesta a gran parte de las preguntas y resolvería, de pensarlo bien, gran parte de las dudas. Pregunta: «¿Por dónde deberían ir los ciclistas?». Respuesta: «Por el carril bici». Pero no hay… Entonces, llegamos a la cuestión: los peatones dicen que por la carretera; los conductores, no dicen: pitan, se arriman, insultan. Los leguleyos dicen que para eso están las normas, normativas y leyes. Y los ciclistas pensamos que algunas normas están hechas… con el culo.

Y yo me pregunto: «¿Por dónde deberían ir los ciclistas cuando no hay carril bici»? Y sí, me sé la respuesta de lo que pensáis y no os va a gustar la mía, pero la digo (soy ciclista y bocazas): «Por la acera». Y me dicen: «Está prohibido». «Eres un botarate». «Una buena multa y se te quitaban las ganas». Y yo solo sé que prefiero una multa a un atropello. En los últimos diez días, haciendo lo que tenía que hacer y circulando por donde, según la normativa, tenía que ir, casi me arrollan dos veces. ¿Qué pasa si te arrollan? Que te puedes rozar el brazo, pero también puedes romperte la cabeza. Sí, voy por la acera. Eso sí, estrangularía con el cable de freno a todos aquellos que van por la acera molestando a los peatones, zigzagueando, circulando rápido y a embestidas, con el móvil encendido y guasapeando. Para el que me niegue esta posibilidad y considere que estoy cercano a la más pura barbarie, solo le pondré un ejemplo: ¿qué opción aconsejaría un padre, una madre, a su hijo de quince años para circular en bici por la ciudad?

Cojo la bicicleta todos los días y es mi herramienta básica para ir a trabajar (e ir a muchos otros sitios). Y, por encima de todo, echo de menos por parte de todos un poco de tolerancia. Y soy consciente de que los peatones tienen que ser los reyes de las ciudades. Sin paliativos. No tienen por qué sufrir por nada y por nadie. Todos los años mueren peatones víctimas de algún energúmeno en coche. También todos los años mueren ciclistas víctimas de algún energúmeno… en coche. No conozco ningún caso cruzado ni a la inversa. Y sí, soy consciente de que los ciclistas también causamos accidentes cuando vamos por ahí como los reyes insurrectos del mambo. ¿Tenemos que respetar los semáforos, los cruces, las señales? Sí. Se habla mucho del poco respeto que tenemos los ciclistas a las señales y a las normas. Todavía no he oído soltar espumarajos por la boca en contra de los peatones que hacen lo que les viene en gana.

Me remito a las palabras iniciales para mostrar mi asombro. Hay muchas razones por las cuales los ciclistas quedamos arrinconados. En una calle peatonal puede circular un coche en determinadas circunstancias (residentes, etc.), pero no una bicicleta. En la mayor parte de los lugares no hay un mísero lugar para aparcar las bicicletas (como paradoja, lo hay en sitios en los que no puedes llegar con la bici en bici, sino andando). ¿Que se pone una feria y tenderetes? En el carril bici. ¿Que es otoño y hay que limpiar las aceras de hojas? Al carril bici. ¿Que nieva y es necesario apartar la nieve? Al carril bici.

¿Tanto molestamos si vamos calmados y serenos? ¿No será mejor multar a los animales, sean de la especie que sean? ¿Tanto mal provoca el que hace las cosas con prudencia y educación? La única solución que veo es que no veamos al otro como enemigo. Pero como me sé eso de Thomas Hobbes y que si el lobo y el hombre y tal, solo se me ocurre una: pongamos más carriles para las bicicletas. Si no podemos, hagamos una normativa con velocidades y especifiquemos las actividades molestas.

Y sí, soy consciente de que me va a caer un chorreo y me van a dar por todos lados. Y que los conocidos, cuando me vean sobre el aparato, van a estar vigilantes, expectantes. Pero me siento orgulloso y contento de ir en bicicleta. No soy un hipster, ni un iluminado, ni un retrógado. Soy un tipo al que le gusta ir en bici, respirar sin ahogarme y deslizarme sin importunar. Sí, he hablado de las bicis. ¿Pasa algo?

(Esta entrada pertenece a la serie: “Voy a hablar de…”. Se trata de entradas críticas sobre algún tema más o menos de actualidad o algún acontecimiento digno de hincarle el diente. La imagen pertenece a mi galería de Flickr y está tomada en mi penúltimo viaje a Londres.)

1 comentario en “Sí, voy a hablar de bicicletas… de coches y de peatones”

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