En las historias. En su justo centro

 El infierno, por Marina Núñez

Decía el otro día Arturo Pérez-Reverte que, a diferencia de otros (como Javier Marías, al que puso de ejemplo), él no quiere ser el autor de las lecturas que le apasionan: el prefiere ser el personaje. Tanto en el cine como en la literatura, esta es la auténtica visión, la visión del niño que quiere mimetizarse con sus personajes favoritos, meterse en el centro de la historia y que la vida suspenda sus tediosos vaivenes por la tensión narrativa de la auténtica aventura. Quizá la diferencia entre el adulto y el niño sea que el primero prefiere dirigir, manipular, administrar, mientras que el segundo quiere vivir, desarrollarse, expandirse. A mí me gusta la postura del niño. Por aquello de la ficción, pero también por aquello de la inmadura madurez y la responsable irresponsabilidad. Me gustan las historias y la imaginación. Y ser un personaje de una historia en la que la densidad vital sea tan grande que no haya promedio certero entre la rentabilidad, la equidistancia y la aburrida monserga del vivir pausado. Vivir gracias a la vida de las historias y no vivir gracias a la historia de la vida. Es una ficción, lo sé. Es una fruslería ñoña, lo reconozco. Pero si no sientes así la vida corres un peligro. Que la vida te atrape a ti, te apriete con fuerza entre sus manos y seas, tú mismo, una ficción. Como en Tron. Como en El show de Truman. Prefiero ser la estrofa triste de una vieja canción de amor.

4 comentarios en “En las historias. En su justo centro”

  1. Esto es muy profundo, tanto, que la sirena empuja con fuerza hacia abajo y amordaza los pies con plomo.

    Me gustaría vivir en una película desternillante con una pizca de amor y otra de erotismo.

  2. Hola. Me gusta lo que dice Merche Pallarés, quizás por la similitud en la edad, que te hace ver las cosas con una óptica amplia. Sí, la estrofa de una canción de amor. Ojalá todas las canciones fuesen de amor. Un saludo. Manzacosas

  3. Si nos convertimos en protagonistas es porque nuestra vida es intensa. Hay que vivir cada minuto como si fuera el último. Vivir con miedo es como vivir a medias…Si no, qué aburrido, ¿no?

  4. Yo tambien prefiero ser la "estrofa triste de una vieja (o nueva) canción de amor". La vida hay que exprimirla al máximo, disfrutarla, sufrirla para llegar a una edad, como la mia, y estar relativamente contenta con una misma. Por ahora no la he desperdigado. Confieso, como Neruda, que he vivido. Besotes, M.

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