ELLA. ¿La vida es laberinto?
ÉL. Vaya por Dios, ahora vamos a tener una conversación del calado de El Loco de la Colina.
ELLA. ¿Es abismo?
ÉL Uy qué coño, que no lo sé.
ELLA. ¿Los besos torcidos se pueden enderezar?
ÉL. Como dicen por ahí, lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible.
ELLA. ¿Se puede ir de viaje siendo consciente de la interioridad siendo eminentemente exterior, es decir, superficial?
ÉL. Mira maja, que esto parece filosofía de principios de milenio, que es continuadora del pensamiento débil.
ELLA. Pero sólo repito cosas de las que tú escribes.
ÉL. Tengo a gala escribir para olvidar y no para recordar (vaya, ya me he contagiado). Escribo chorradas a medida que se me van ocurriendo. Luego, al releerlas casualmente, pienso que no son palabras mías.
ELLA. Pero te animaste a escribir un blog… Lo mantienes después de muchos años. Has escrito muchas entradas, algunas de ellas muy tiernas. ¿Por qué te gusta sacar esa vena desgarrada, enfermiza, desagradable?
ÉL. Por varias razones. La primera y fundamental, porque me sale de la punta del níspero (bonita expresión, no me lo niegues). La segunda, porque chillo y abomino de muchas partes de mi vida y, por extensión, del ser humano. Me gusta cagarme en todo lo que se menea.
ELLA. ¿Piensas que la vida es justa?
ÉL. Mira maja, está claro que cada uno tiene algo de lo que se merece. Lo que pasa es que a mí me ha tocado la lotería.
ELLA. ¿Caos, entonces?
ÉL. Mira, maja, no me marees. Me he tirado echo una piltrafa durante meses y meses. No he levantado cabeza y, salvo pequeñas muestras más o menos solidarias, me he tenido que levantar yo solito. Así que no me des la vara.
ELLA. Pareces un superviviente malhumorado. Un día reproducías una expresión parecida a «Si sobrevives, es que has ganado».
ÉL. De la vida no sale indemne ni el cristo que lo fundó, bonita. Ganas en horas vividas, no en satisfacciones.
ELLA. Pero tú siempre has creído en la felicidad.
ÉL. Mi (ex)terapeuta me dijo una reflexión aguda y certera sobre la facilidad para ser feliz, pero no te la voy a reproducir aquí porque luego me tiran piedras. Déjame ladrar, déjame morder. Déjame chillar para liberar el dolor. Es la cortesía que se le debe al condenado.
ELLA. Pero te encierras en ti mismo, has creado una barrera que no puede traspasarse. Eres tan contradictorio que es muy difícil llegar a ti.
ÉL. Más te valdría que siguieras con tu vida y no jodieras la marrana. Todo es bonito cuando no se es uno mismo. Entonces, se pueden dar consejos. Pero yo hace mucho que dejé de creer en cualquier cosa que me sustente.
ELLA. Pero eso no puede ser…
ÉL. Porque tú lo digas. Qué abismo, qué caos ni qué chorras. Respirar una vez detrás de otra es lo único que sé. Sin proyectos de futuro, sin vistas a ningún horizonte. Así que no me cuentes milongas y sigue ensimismada. Y sonríe mientras puedas, hasta que te llegues a dar cuenta de que el cielo se nos cae encima. Al tiempo.
(Imagen de eljoja.)
Ellas siempre liandola… Con lo tarnquilito que estaba él. Y mira que le pide que no lo lie, que lo deje en paz, y ella erre que erre…
Seguro que esta conversación le da a él carrete para una nueva entrada en su blog.
Me parece que ÉL no tiene arreglo… ¡Que siga revolviéndose en su self-pity! Si así es feliz… Besotes, M.