ELLA. ¿Qué ha cambiado desde que nos conocemos?
ÉL. Han cambiado algunas aceras, asfaltaron un par de veces la calle Vitoria, el cielo rodó por nuestras cabezas lo mismo que nuestras cabezas rodaron por los vaivenes del mundo.
ELLA. No digas chorradas. Digo que qué ha cambiado. En serio.
ÉL. Tus ojos cambiaron muchas veces según la luz del sol los iluminara o afectara al volumen de tu pupila. Tu cabello ha cambiado de forma, largura y volumen. A mí se me han desgastado varias veces las culeras de los pantalones vaqueros.
ELLA. Si eres más bobo no naces.
ÉL. Mira, tienes razón, desde que nos conocemos ha nacido miles de veces una palabra. Otras ha muerto una frase. Y una proposición subordinada se ha quedado paralítica por el camino. Los adverbios se hicieron lentos, los adjetivos no redundaron y la esencia de los nombres propios los convirtió en comunes.
ELLA. Contigo no se puede hablar.
ÉL. Eso es otra de las cosas que no cambia, tus expresiones acerca de lo tuyo, acerca de lo mío. Y se puede hablar porque, de hecho, lo haces siempre que tienes algo que recriminarme, lo cual es cada vez más frecuente.
ELLA. Vete a la mierda.
ÉL. Es que tú o ves las cosas marrones o no las ves. ¿Alguna vez quisiste mirar la realidad por un caleidoscopio y te mareaste? Tú te lo pierdes.
(Imagen de Turoki.)
Hay parejas que más bien parecen unidades indisolubles y solitarias.
^^