Las loterías. Lo que somos

– (…) y él puede ser un idiota ingenuo, pero siempre será optimista, así que siempre será feliz.

–Tú perdiste a tu madre.  Le hiciste la eutanasia a tu hermano. Tienes la esperanza de vida de una buena serie cómica. Si puedes convencerte a ti misma de que serás miserable sin importar lo que pase incluso sin todas esas cosas, entonces quizás no tengas que odiar al Universo por tirarte una mierda encima. El fatalismo es tu mecanismo de supervivencia.

–¿Y tú? Abandonado por todos los que has querido. La rehabilitación fue un fracaso. Parece que a tu pierna le dieron un mordisco gigante. Somos lo que somos. Las loterías son una estupidez.

(Diálogo entre ‘Trece’ y G. House en el capítulo 20 de la séptima temporada).

 

Adoro la serie House mucho más por lo que oculta que por lo que manifiesta. Me gusta infinitamente más la complejidad y los vericuetos de los personajes, en los que la serie cada vez se mete menos que la superficialidad del juego del problema médico-acertijo y la (re)solución que enmarca la estructura de cada capítulo.

El otro día vi el capítulo 20, que gira en torno a un paciente multimillonario gracias a un premio de lotería que se dedica a lo largo de toda su vida a encontrar a una mujer de su pasado para lograr la felicidad. al margen de la anécdota, si escarbamos lo suficiente encontramos en el capítulo una reflexión sobre lo que somos por esencia, al margen de grandes premios, de grandes loterías, de grandes suertes. Los personajes que desfilamos en el mundo somos como se describe en el capítulo: ilusos caminantes en busca de los toques prodigiosos de la fortuna, ignorantes de que la posibilidad de ser felices se basa más en lo que somos que en lo que se nos esparce por la epidermis o por la billetera: el paciente será feliz porque es idiota y porque es ingenuo; Trece prefiere ser fatalista a descubrir y reconocer toda la inmundicia que ha ido fundamentando su existencia; y Gregor House, por último, es alguien incapaz de mantener aquello que más quiere, un ser anquilosado entre su pierna rebelde y su alma, mucho más rebelde, mucho más dura, mucho más severa. En su caso, el desapego, la ironía cruel y la inmersión en los paraísos artificiales son el mecanismo de defensa frente a lo que es en un espejo.

Somos lo que somos: ilusos, idiotas, fracasados, incompletos y crueles. Y nada nos hará mejores (ni peores). Ni siquiera la lotería primitiva.

(Imagen de Ramón Peco.)

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