El dilema del funambulista

Vivir supone, quizá, saber jugar las cartas que un día nos repartieron. Vivir supone, quizá, esperar al momento del descarte para que la nueva oportunidad te propicie conseguir una buena mano. Vivir quizá suponga saber jugar con nuestros compañeros de mesa, adivinar sus gestos y sus reacciones; reconocer el momento de echar un farol, asimilar que te puedes encontrar rivales débiles y peligrosos. Vivir supone interiorizar que, quizá, no sepas si ahora toca acercarte a las veintiuna, o si eliges falta o pasa si juegas a la ruleta. Quizá suponga, también, jugártela una vez a la ruleta rusa. Y puede que vivir sea todo un ejercicio de funambulismo en días ventosos. El problema del funambulista es asumir con consciencia plena que se asoma al abismo todos los días. Lo que no sabemos nosotros, quizá, ni tampoco el equilibrista, es que el abismo sabe esperar.

(Imagen de Wiros.)

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