Más profunda mente

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Para hacer una excepción en mi vida, estos días de puente he pensado. Aunque no soy nada catastrofista en lo que tiene que ver en la educación, sí he venido notando algo. No sé si es algo que ha cambiado o algo que no ha existido más que en mi cabeza, pero necesito decirlo en voz alta para ver si alguien más comparte mi reflexión-intuición.

Los alumnos universitarios hacen cada vez recorridos más cortos para llegar a la meta. No hacen trampa, porque llevan el reglamento en la mano. Pero eluden lo difícil. Yo creo que el gran reto de la educación es enfrentarse a las cuestiones difíciles, no eludirlas, no pasar de largo, por encima o por debajo. Tener momentos para la reflexión, para la lectura atenta y anotada, para darle vueltas a la cabeza hasta que todo encaje. Y que todo encaje no significa que todo lo que hay que saber se adapte a la cabeza, sino que la cabeza se intente ajustar a lo que hay que saber y entender.

En tiempos en los que al saber se le desprecia, tenemos que luchar por un mundo en el que sepamos entender los obstáculos para sortearlos. No existe nada fácil, aunque lo parezca.

Y, esta tarde, también he pensado hasta qué punto los profesores formamos parte de ese juego de desentendimiento. Y lo tengo claro: somos tan culpables como para dejarnos llevar por las superficies. Pero, como decía mi padre, el mar parece muy grande porque tiene mucha agua. Y, debajo de la superficie, hay más.

(Imagen de Conan.)

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