Escribir es algo que se olvida (Me olvidé de escribir, hoy me toca callar)

Ayer escribía sobre la facilidad y rapidez con la que se pierde la destreza en la escritura. Cuando acabé de componer esta entrada sobre la no-escritura, aconteció una desgracia: por esos recónditos quicios del azar, me vino a la cabeza la canción «Me olvidé de vivir», aquella de Julio Iglesias… y estuve algo así como tres horas canturreando para mis adentros «Me olvidé de escribir». Que un vivales como Julio Iglesias afirme que se olvidó de vivir me pone a mí en un grave aprieto, pero yo no pensaba en eso ni en nada, solo intentaba quitarme de la cabeza esa melodía y esa forma de cantar de nuestro cantante internacional, egregio, que a mí me espanta. La duermevela todavía mantenía el pulso entre la vida que corre sin freno, la vida que se vive un momento, el juego de los sentimientos y los aplausos envueltos en sueños, hasta que pude descansar.

Me levanté a las cuatro de la mañana a beber un poco de agua y, cuando rellenaba el vaso por segunda vez, me llegó otra vez la melodía con pequeñas trazas de la letra. Mezclaba la experiencia de la vida con la de la escritura, pero yo solo quería volver a la cama, conciliar el sueño, dormir sin vivir y sin escribir, solo descansar, descansar solo. Y me pregunto ahora, a media tarde, si olvidarse de escribir es olvidarse de vivir o de sufrir o de gozar o de pensar.

Y llegué al «Hoy me toca llorar» de la canción pensando si debería finalizar con un «Hoy me toca callar».

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