Tener corazón

Me han pedido (en realidad, me han prescrito) que hable de emociones. Se me da muy bien hablar de emociones en general y en particular. Podría escribir líneas y líneas hablando de emociones. Lo que pasa es que la «invitación» ha sido que hable de mis emociones. Y ahí es donde he pinchado en hueso. O, al menos, donde no encuentro una parte blanda en la que descanse el escalpelo.

Quizá todos estos párrafos intermedios no os interesenmucho . Pero hay algo de canción prosificada más abajo.

Hace muchos años, tuve una pericarditis. El pericardio, como sabéis, es una membrana que rodea y protege el corazón. Por razones que todavía ignoro, el pericardio se inflamó e impedía que el corazón funcionase correctamente. Sentía un malestar que no llegaba a saber si era dolor. Me acostaba para ver si se me pasaba y, al rato, me levantaba para comprobar si mejoraba. Y luego me acostaba y me volvía a levantar. Fui a urgencias, pero no estaba asustado. Ni siquiera llegué a pensar que podía ser algo grave aunque, durante varias pruebas, había presentes tres cardiólogos y un intensivista.

Esto de la pericarditis viene a cuento porque a mi corazón no le pasaba nada. Pero había algo fuera de él, lleno de líquido, que lo aprisionaba y no lo dejaba latir. Todo quedó en un susto, en una semana o así en el hospital y en un tratamiento con aspirina. Y esto de la aspirina también viene a cuento porque hacía bajar la inflamación pero hacía que estuviese sangrando de la nariz todo el tiempo. Y el rojo es muy pasional y muy intenso y muy visible. La hemorragia no se quita, como dicen, echando la cabeza para atrás sino taponando fuerte. A veces, durante minutos y minutos.

Desde aquel momento (habrán pasado más de treinta años), siempre he sentido alivio al ponerme la mano cerca del corazón en los momentos difíciles. El calor me da serenidad, me tranquiliza y me salva.

Van cuatro párrafos y no he hablado de ningún sentimiento, pero sí del corazón. Hoy me han hablado de la necesidad de expresar mis sentimientos y me he dado cuenta de que no sé cómo se hace. De alguna manera, soy un analfabeto emocional (no lo quiero llamar alexitimia porque no me da la gana). Si actúo de manera emocional, lo único que sé hacer es desbarrar por el camino de la impulsividad. En el resto de los casos, en el resto de la vida, me dirán que soy muy frío. Quizás que tengo buena cabeza (algo cuadrada —y, además, cuadriculada—, eso sí). Pero creo que nadie diría que tengo buen corazón.

Creo que toda esta tarea que me ponen sirve para prestar atención a mis emociones, a identificarlas. A reconocerlas. A poner palabras y en palabras lo que siento. Lo que ocurre es que soy muy consciente de lo que siento, pero soy incapaz de expresarlo y comunicarlo a los demás.

Dudo mucho que un blog sea ese espacio seguro. ¿Quién vendrá aquí para conocerme¿ ¿A quién le importa? Pero me lo han pedido y yo tendré esa apariencia distante y gélida, pero a disciplinado (en lo superficial) no me gana nadie.

Estaba en este trance y la ficción, como siempre, ha venido a salvarme.

Estoy viendo la serie Étoile. Una de esas comedias que lo parecen de verdad y, en el momento que te despistas, se convierten en un drama más profundo del que se ve a simple vista. Llena de personajes difíciles (y, convengámoslo, yo tengo bastante de eso. No sé si de personaje o de difícil). En el capítulo 7, le hacen una entrevista ante el público a una de las bailarinas protagonistas, Cheyenne Toussaint, una tía borde, cabezota y desagradable. Ante la pregunta de una niña y cuando todo el mundo se teme la desgracia, ella desbroza su corazón y dice algo así como que el mundo es duro, lleno de enfados y de luchas. Se pregunta cómo podemos convertirnos en algo mejor, cómo crear esperanza en un mundo en el que nadie escucha. Y descubre, que, gracias a su oficio, el ballet, le gente mira, las personas sienten. La danza nos permite flotar y jugar entre las nubes. Y ahí es donde el artista puede conseguir que el público juegue con ella: «Que vaya entre las nubes y sentir lo que yo siento».

Yo no soy bailarín ni nada que se le parezca, claro. Pero coincido en que quizá no pueda expresar mis sentimientos, pero sí escribir historias sobre personajes que los tienen. A lo mejor esto sirve para que se intuya lo que hay detrás, para jugar entre las nubes y entrar en sintonía.

A estas alturas, no habrá nadie en su sano juicio que esté leyendo esto, que sobrepasa todas la estrategia de un blog que, por definición, tiene que ser mucho más conciso y directo.

La foto es de dosisdiaria.

2 comentarios en «Tener corazón»

  1. Quizás only human on the inside… pero siempre humanos. A pesar de que te conozco poco puedo decir (o mejor, siento) que tu corazón late al ritmo correcto de las grandes personas.

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