
Las entradas tienen un origen y, en este caso, es la casualidad y el algoritmo. Este lunes, el algoritmo musical me aconsejó «Love is a Bourgeois Construct», de Pet Shop Boys. Como este dúo de música electrónica ha acompañado mi vida (desde que descubrí en uno de sus programas musicales en la tele esa mezcla memorable de voz angélica y ritmo frenético, desde que la acaricié en mi juventud en la plaza de las Bernardas) y es uno de mis favoritos, desconfío de una canción que me aconsejan y no conozco. En este caso, claramente, me equivoqué. La canción no es para impacientes porque tarda en empezar y lo hace con la reminiscencia magistral a la pieza de Michael Nyman.
Pero volvamos al asunto. Como siempre que llego a este tipo de descubrimentos, he estado escuchándola en bucle y reflexionando sobre la letra (PSB demuestran, siempre, que la música electrónica puede tener versos magistrales). Y, para hacer una excepción en mis hábitos, he pensado, aunque sea un poco. Así que esta entrada es, de alguna manera, un breve paseo por el amor.
Sabemos que el amor, tal y como lo concebimos en nuestra cultura, es un invento de Petrarca. O, mejor, un invento que se origina con los trovadores occitanos, que crean un código cultural y literario que deriva en el amor cortés. Un ámbito en el que el amor, concebido de una manera muy precisa, pasa a primer plano de las palabras, de la creación literaria y, por lo tanto, de nuestras vidas y la manera en las que las concebimos.
Dando saltos gigantescos, llegamos al tema de la canción de Pet Shop Boys, la del amor como constructo cultural de corte materialista. El amor lo es si es burgués y esa asociación a alianzas, matrimonios y pasiones indomables transformadas en estabilidad y seguridad. Y esta realidad de las relaciones familiares es analizada, incluso, al Manifiesto comunista de Marx y Engels, donde el amor no deja de ser un instrumento de poder y producción.
La ciencia, como siempre, acaba mandando y, aunque Sabina se enfadase mucho porque algunos definiesen al amor como física y química, todo lo que experimentamos no deja de ser una interpretación cerebral ante determinados estímulos en el que hay testosterona y estrógenos, pero también dopamina y noradrenalina, pero también oxitocina y vasopresina. Y ahí tenemos deseos, atracciones, apegos que se explican a la perfección. Y podemos explicar lo que se traduce en hábito placentero, pero también en adicción.
Y volvemos a los Pet Shop Boys, al amor y al constructo cultural de la burguesía. Os recomiendo prestar mucha atención a la letra, porque está, como el amor, llena de contradicciones. El «emisor» de la canción reniega del amor y lo relega a sus lecturas universitarias materialistas de universidad porque es abandonado. Ante el fracaso, se reniega de la teoría para desmentir el acto («Love is a bourgeois construct / So I’ve given up on the bourgeoisie»). Entonces, llegan las consecuencias: desatender las labores cotidianas y pensar que las ilusiones eran fantasías, que las palabras eran falacias, concluir el final es el sufrimiento y la soledad.
Y eso solamente lo puede cantar un alma enamorada. Aunque, a veces, tengamos que elegir entre lo que queremos y lo que necesitamos. Mientras tanto, vuelvo a escuchar la canción.