Máscara y reconciliación

Persiana

Las luces débiles de la noche tiritan aún sobre la piel del cielo y el reflejo madrugador de los coches impulsa ráfagas de color sobre el asfalto. Pronto será un nuevo día. Intentas revelarte al amanecer subiendo con pereza las persianas de tu casa, con el falso vigor de quien espera algo del acontecer de las horas. Te piensas a ti mismo, dentro de una hora escasa, de pie ante un auditorio que entrevera lo expectante y lo cansado. Te ves por dentro, sin mucho que contar y sin nada -absolutamente nada- que enseñar. El rictus de tu cara ante el espejo te proporciona hoy una arruga más, un sinsabor añadido, una lágrima extra. Sales de la ducha intentando calzar una nueva piel. Te vistes adornando la tristeza con atuendo alegre. Saldrás de casa. Y, cuando entres en escena, tu rigor facial se estirará y sonreirás, como si entre el mundo y tú no hubiera pasado nada. Como si vuestro desacuerdo no fuera absoluto, como si -ambos- no tuvierais que mantener la calma.

9 comentarios en “Máscara y reconciliación”

  1. Pienso lo mismo que KOKYCID. Siempre tendrás algo que enseñar a tus afortunados alumnos, aunque te entiendo eso de levantarse un dia más y enfrentarte a tu auditorio. A veces me siento igual cuando tengo que hacerlo delante de mis turistas aunque lo mio es mucho más fácil porque es bastante repetitivo, en diferentes idiomas eso sí, pero repetitivo al fin y al cabo. Besotes, M.

  2. Es el levantarse de muchos dias fielmente descrito. Me he reconocido a la perfección. Pero no creo que no tengas nadaque enseñar a tus alumnos. Todos absolutamente, tenemos algo que enseñar queramos o no cargar con esa responsabilidad

  3. Siempre hay algo que enseñar y muchas cosas que aprender. Hay que dejarse llevar por la ilusión y, cuando no podamos, romper la calma… Arriba el ánimo!!!!!!!!!!!!!!

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