ÉL. Los suburbios de nuestro corazón.
ELLA. ¿Pero qué dices?
ÉL. Los suburbios de nuestro corazón.
ELLA. ¿Y?
ÉL. Nada, es un verso. Primero había pensado «Los límites de nuestro corazón». Un endecasílabo que servía muy bien para lo que quería decir. Es que me he propuesto vaciarme en un soneto. Que conste que vaciarme, en este caso, no es algo cochino e insustancial.
ELLA. A mí me gusta más eso de los límites. Parece eso, una frontera y hasta dónde pueden llegar nuestros sentimientos.
ÉL. A mí también me gustaba. Pero no quería la heroicidad de un endecasílabo en segunda, sexta y décima. Quería algo melódico. Y esto me ha llevado a los suburbios.
ELLA. Pero los suburbios son límites desolados, feos y alejados. Eso a no ser que lo utilices como un anglicismo, que no creo. Además, ¿no crees que esto es empezar al revés?
ÉL. En poesía no importa por dónde empieces, sino a dónde llegues. Y si el corazón llega hasta los suburbios significa que ha impulsado tanta sangre como para llegar a las extremidades de la vida.
ELLA. Pero después del suburbio no queda otra que sobrevivir.
ÉL. Que es lo que hacemos constantemente. Nuestra rutina nos hace creer que vivimos en el kilómetro cero y nuestro interior nos dice que, a veces, hemos vivido hasta donde ya no queda nada.
ELLA. Siempre queda.
ÉL. No, no. A veces no queda nada. Hay algún momento en el que el resumen de una vida se hace desde los quicios, desde las puertas miradas desde fuera. Hay momentos en los que no te queda otra que darte cuenta de que has vivido. De que corazón y suburbio son dos palabras hermanadas por el desastre personal de un proyecto que nunca se puede llevar a término. Nunca queda queda tanta sangre como para eso. Eso por no contar las heridas que nos vacían y sin suficientes plaquetas para detenerla.
ELLA. Hablas siempre de forma tan pesimista.
ÉL. Hablo desde la catástrofe. En su sentido habitual y en el etimológico. Nuestra vida como desenlace de una historia que nunca puede ser comedia, porque siempre acaba mal. Y con un proceso previo de reconocimiento, de saber que esto es un cuento que acaba mal lo mires por donde lo mires.
ELLA. ¿Y lo del medio? ¿Y el fluir de todo, mientras dura?
ÉL. Sí, tienes razón. Mientras dura, fluye. Pero luego se atasca, se apelmaza sin posibilidad de puente coronario. Y luego todo lo que has vivido acaba en el desagüe de una funeraria. Te vacían de contenido para darte forma. Una forma que es irreal.
ELLA. Pues entonces, escribe sobre otra cosa.
ÉL. No, quiero un soneto. Y tendrá un verso. Y ese verso enunciará los suburbios de nuestro corazón.