Leer, leer y leer (I): el aburrimiento

Libros viejos, fotografía de DieboBE

– Mamá, me aburro.
– Pues cómprate un mono.

Este es el extracto de una conversación entre madre e hijo repetida y repetida. Es un rasgo de genialidad de las madres, en un acervo de expresiones que merecerían ser recopiladas para que nuestros hijos las tengan en su memoria. Eso de adquirir un primate hubiese sido tentador: sin duda, hubiese subrogado, siquiera temporalmente, nuestro hastío infantil. Pero nuestra propina no daba para tanto, así que nos sentábamos en el suelo, con la espalda apoyada en el armario, y leíamos. Decantábamos nuestras futuras lecturas vertiéndolas en los tebeos, tal y como se ha comentado recientemente por la Burgosfera, siguiendo los cánones internacionales o la variadísima gama de producciones españolas. Elvira Lindo comentó en su día que el desinterés actual por la lectura en los niños se debe a la presencia constante de estímulos que les vacía de esos momentos de aburrimiento que impulsan a coger un libro. Probablemente sea cierto, pero es triste: ¿los niños no leen porque hay cosas más divertidas que hacer? ¿Lo que pasa es que no han descubierto el placer de la lectura? Carlos Berzosa, el rector de la Complutense, nunca se aburre: siempre lleva un libro bajo el brazo.

Somos una sociedad hipócrita. Los Muchos niños no leen (de ahí los fracasos académicos); los muchos adultos, tampoco. ¿Dejamos de leer porque tenemos estímulos más divertidos? ¿Es más divertido pasarse más de tres horas viendo la televisión? Parece que esa es nuestra media. ¿A qué dedicamos el resto de nuestro tiempo libre? (y no es una canción de Perales…)

La fotografía es de DiegoBE.

6 comentarios en “Leer, leer y leer (I): el aburrimiento”

  1. Estupenda descripción de ciertos actos de lectura, Pedro: lectores / consumidores.

    Mafaldia, verte por este blog es un honor. Me encanta la expresión ir de "tapas".

  2. Si no se lee más o simplemente no se lee es porque no se sabe lo que un libro te puede dar, es fantástico y divertido el saber que te está esperando en casa, cuando terminas el trabajo, el paseo, la cocina, los niños, lo que sea, ese libro que has empezado a leer y necesitar terminar como sea, porque te encanta lo que te cuenta, porque si no te gusta esperas que te llegue a gustar, porque necesitas leer ese ratito para evadirte de todo y meterte en otro mundo, realmente es eso, es tener otro mundo en el que estar, la evasión total, a mi es que leer me encanta. Darse una vuelta por la biblioteca y como digo yo ir de "tapas", este me lo leo, este no;P

  3. Leer exige un esfuerzo comprensivo: el premio es posterior a ese esfuerzo y, a veces, difuso, por eso, en una sociedad de satisfacción fácil y directa la lectura no tiene hueco. Es curioso: en contra de la creencia habitual, se lee más que nunca, el problema es que lo que se lee no nos hace mejores lectores, tan solo mayores consumidores. Hay un momento en el que los niños -ya jóvenes- dejan de leer: lo que han leído no les ha preparado para más lecturas. Además, estamos llenos de ruidos, como señalas en tu entrada. Si fuera un paranoico pensaría que todo está programado por alguien para que los lectores no piensen. Pero como no lo soy sólo se me ocurre pensar en que el ser humano es demasiado cómodo y no quiere este tipo de esfuerzos y así se hace más plana nuestra sociedad y menos libres sus individuos. Los que no leen porque no quieren se lo pierden…

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