Diario de un turista #6

URB Punta Cana 050-1

Mezcla de realidad y parque temático. Eso es el resumen de lo que es un resort. La ficción, encerrada entre bellos contornos que no son muros, que invitan a creer que estás en un sitio diferente al tuyo, que muestran las cosas como parecen, fuera de sí mismas. La realidad, abierta por el horizonte, que no es pintado; abierta a ráfagas de agua de mar que llega de todas partes, que se mezcla en nuestros pies hasta anegarlos. Nos decidimos a explorar esa realidad interna, ficticia, para comprobar que es casi inabarcable. Un trenecito va cumpliendo el sino del eterno retorno para conducir a todos los sitios y, por lo tanto, a ninguna parte. Es un paseo ingenuo, exento de prejuicios, lo que nos permite comprobar algo que va más allá del lujo y del confort. Son plantas diferentes, distinta vegetación, lagartijas que no son las de nuestra infancia, amasijos de renacuajos en los desbordes de la canalización. Y personas, de las que hablaremos en otro momento.

Al margen de esa visión general, nos detenemos ahora en la música. Si un alemán viajase a un destino turístico de nuestras costas y hablase de la música, nos podemos imaginar que no reflejaría la realidad de los gustos nuestros, de la gente. Aquí, al margen de lo obligado, impuesto e impostado, parece haber ciertas similitudes. Las encuentro cuando, en el trenecito, los altavoces retumban con sonidos latinos que, curiosamente, serán los que se escuchan en otras ocasiones, a volumen más bajo, por los trabajadores del hotel. Hasta entonces, era tan ajeno a esos ritmos que no me había fijado en el denominador común de la contradicción frecuente entre el exterior –fuerte, marcado– y un interior que habla constantemente de las penas del amor. Sin haberlo podido imaginar, estaba atento a esas canciones que parecían hablarme y, tan lejos de todo, hablar de mi vida. Denostadas por ingenuas y facilonas, me devolvían mi con(s)ciencia a cobro revertido.

En otras ocasiones, en un complejo lleno de hispanos ricos, llegan otros ritmos machacones. En otros lugares los aborrecía, pero aquí me hacían gracia. Mucha gracia. Tanta gracia como para, corear entre lo que me parecían miles de personas dentro de una piscina, a Pepe, que pasó a convertirse, en el héroe que nunca seré, porque yo nunca seré. Ni lo pretendo, ya fuera de todo, ya fuera de contexto.

9 comentarios en “Diario de un turista #6”

  1. Mi querido y admirado Raúl, ¡no me malinterpretes! No digo que vayas a encontrar la "felicidad" (porque no existe) sino que vas a estar más suelto, menos encorsetado, más abierto a lo que la vida te depare sin comerte tu "cerebelo" castellano en demasía… En esos dias frios, lluviosos y grises burgaleses simplemente deja a tu mente volar a ese paraíso dominicano que has conocido. Y, los que conocerás… Besotes, M.

  2. Merche, estoy de acuerdo contigo. Estas vacaciones son una salida hacia la felicidad. Espero que dure.

    Bipo, la foto es de Alberto. Se me había olvidado ponerlo en la entrada. Me gusta la "visión de la jugada" que tiene. Y eso que él la hace con una cámara normalita y yo voy armado con la Canon…

    Kokicid: es cierto, es una música que no tiene nada que ver conmigo. Pero el contexto ayuda…

    ¡Ah!, Bipo, otra cosa… Chipirón no ha aparecido pero queda muy poquito (parece mentira) para la entrada número 500…

  3. Es que es curioso lo bien hecho que está el decorado y aún sabiendo que es falso cómo atrae…

    Ya no sé si estás en Valencia o en Punta Cana, porque hoy en día es fáicl esperar 22 horas para llegar a un destino jejeje

    por cierto… ¿dónde está chipirón?

  4. uf! qué envidia me das!! Sobre todo cuando una lleva 30 días encerrada detrás del mostrador de la recepción viendo pasar turistas y más turistas…

    jejeje me pondré las "chancletas" bailando el Pepe para salir de aquíííí!!!

    ale, a seguir disfrutando de la luz y del sol.

    Saludetes.

    Jero

  5. Raúl ¡estoy tan contenta que al final te sueltes el pelo y te conviertas en Pepe! Creo que estas vacas por esos mundos latinos te van a venir MUY BIEN. Y a tu hijo ¡ni te cuento! Se acordará ¡ TODA SU VIDA!

    Querido, en la vida hay que romper barreras, hay que desmelenarse, hay ¡QUE VIVIR! Estoy segura que este invierno, cuando regreses a Burgos, tu vida va a tomar otro rumbo, va a ser diferente. Vas a estar más alegre, más lanzado ¡las chicas no podrán resistirse…! ¡Vas a arrasar! Besotes, M.

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