El verano ha llegado a mis cajas de leche

Caducidad

Lo he comentado en alguna ocasión: regulo las fechas de mi vida a corto plazo con la caducidad de los yogures, a medio plazo con las cajas de leche y, a largo plazo, con la caducidad aproximada de los envases de tomate frito. Como no soy de cálculos a muchos meses vista, suelo descartar el largo plazo de un tomate en el que no me fijo, así que mi vida se regula por el ciclo lácteo. Como dije en una entrada, es mi  vi(d)a láctea.

Acabamos casi de inaugurar mayo y, sin embargo, mi vista se proyecta hacia el 22 de mayo, fecha en la que caducan mis yogures naturales. Pese al trabajo que tengo por delante, veo que en ese día las clases de alguna de mis asignaturas estarán muy próximas al fin y me deleito ante la inminencia de los muchos exámenes y prácticas que tendré corregidos. Pero, ante todo, mi vista se proyecta hacia la caducidad de mis cajas de leche. Pese a lo que suele ser habitual, no me fijé en el dato en la última compra y hoy, cuando ha tocado abrir caja nueva, me he encontrado con el dato: la fecha preferente de consumo es el día 22 de junio. Para ese día, muchas de las cosas que empezaron casi habrán acabado. Algunas casi para siempre y todavía en el anonimato. Para ese día, el momento del amanecer será más cálido y contrastará con este frío y severo día 4 de mayo, en el que han caído unas copos de nieve rebeldes y un conato de pasar a la primavera a la reserva.

Cuando caduquen esas cajas de leche, el verano se habrá acurrucado con ternura en las ventanas y en nuestros cuerpos. Todo se verá más lejano y, por lo tanto, más cercano. Se acercarán los días de pieles oscuras y de playas y de piscinas. El agua sólo será el pretexto de las piscinas y de las exiguas tormentas. El pasado será contemplado como un proyecto y el futuro como una realidad sumergida entre los peces que nadan en el coral.

Las cajas de leche indican los adioses de lo prometido para convertirlo en realidad, para saciarlo en deuda. Y para que llegue otra noche de junio en la que vea pasar mi vida y mi futuro en un yogur y en otro envase de leche.

(Últimamente estoy un poco vago. Volveré cuando las tapas de los yogures me sean propias. Imagen de (Lolita) • 8.)

5 comentarios en “El verano ha llegado a mis cajas de leche”

  1. estaba dudando si acerme un blog al descubrirte el otro dia, pero acabo de leer esto y creo q ya me he convencido, me gusta la idea de contar mis paranoias (no pretendo ofender ni mucho menos) de que alguien tenga la oportunidad de decirme que estoy loca pero que lo he expresado bien.

    Jejej buenas noches, encantada de haberte encontrado por estos lares, ahora que ya no eres el profe, te prestare mas atencion

  2. Una forma cuanto menos curiosa de medir las cucharadas de vida. ¿Sabías que algunos cuerdos de atar lo miden tachando las hojas de un calendario? Con su pan se las coman…

    Yo que tú, estaría bien atento a la fecha de caducidad de la caja de leche en esos días en los que te atragantas con el Cola Cao. Igual es algo así como una especie de predicción.

    Al fin y al cabo, tanto los yogures como la leche son una bella metáfora de la vida: ya puedes aderezarlos con azúcar, miel y lo que te dé la gana, que seguirá siendo lo mismo; quizá un poquito más sabroso, pero todos los finales son amargos. Todo esto, siempre y cuando no te atragantes y te dé por expulsarlo todo por la nariz y dejar pringado a todo lo que se encuentre a tu alcance.

    Lo peor de todo es que nadie nos ha enseñado a rebañar el envase hasta que ya no quede nada más que tragar.

  3. Y yo que ¡nunca me fijo en la fecha de caducidad! Sin embargo mi hija, sí. Ella siempre pendiente de la fecha de caducidad (es de vuestra generación…). Te puedo asegurar, querido Raúl, que he comido yogures caducados que han estado ¡deliciosos! A ver si os dais cuenta de una puñetera vez que todo tiene que ver con ¡EL CONSUMISMO! Los jóvenes estais muy comidos el coco… Qué lástima. Besotes M.

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