Mónica no ha podido dormir – Fragmentos #23

Bed

Mónica sabe que cometía un error al meterse en la cama. Es perfectamente consciente de que el sueño no se puede inducir con los ojos como platos, los nervios exaltados y el cerebro en efervescencia. Pese a todo, lo intenta. Ocupa su lado de la cama de forma obediente. Hace fuerza en los párpados para mantenerlos cerrados, pero su mente empieza a recorrer todas las miserias de lo acontecido a lo largo del día. Los problemas con el trabajo la están matando. Mónica es una mujer plenamente consciente de las pequeñas miserias de su vida, pero intenta siempre esconderlas bajo una sonrisa muy explícita y con un brillo especial en los ojos. A lo largo de toda la jornada, ha intentado engañar su abatimiento con esos mismos gestos, pero un pelo algo menos peinado y unos movimientos más recurrentes y nerviosos la delatan. Mónica sigue pensando en sus cosas, pero la cama no le ayuda a contemplar las cosas desde una perspectiva vertical, que comprenda todos los estratos de las situaciones. La horizontalidad aplana su vista hasta obcecarse monográficamente en argumentos recurrentes que son ciertos, pero no suficientes, pero no únicos. Mónica se resiste a dar la primera vuelta sobre sí misma, del mismo modo que se obstina en intentar no sucumbir a ponerse bien la pernera del pijama, abigarrada en torno a la pantorrilla. Teme que las arrugas del pijama se mezclen con las arrugas de la vida y el lecho sea un terreno de batalla. Mónica siente pasar los segundos, pero sabe que tardarán mucho en convertirse en minutos y serán una eternidad transformados en horas. Mónica va repasando monólogo a monólogo todos los lados negativos y se ha olvidado de dibujar mentalmente una tabla de doble entrada que le sirva para la resolución de sus conflictos externos e internos. Antes lo hacía de forma explícita, en un viejo cuaderno de su época universitaria, con un papel reciclado pero con empaque. Ahora continúa con el sendero de la tabla única que, por lo tanto, no es su salvación. Mónica ha dejado de buscar una salida porque sabe que, en el fondo, la vida es un laberinto en el que es más fácil encontrarse con el Minotauro que con el hilo de Ariadna. Muchas veces ese hilo es tan frágil, tan transparente, que pasa a menudo por delante de sus narices sin que ella acierte a verlo. Y el toro es mitológico y fuerte y grande y temible. Y las pesadillas pesan más que los sueños bellos. Mónica sigue respirando fuerte, engañando a la vigilia. Cansada de todo sin descansar de nada, Mónica se ha levantado. Ha caminado a tientas entre su cansancio y la oscuridad. Se ha arropado con una manta de cuadros en el sofá. Y, casi sin quererlo, se ha olvidado por un momento de que tenía sueño y de que estaba preocupada. Ahora su respiración ficticia ya no es una ficción.

(Imagen de Javier L. Navarrete.)

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