resulta difícil contar cosas al ritmo de este otoño enmarañado con lluvias que te pillan por sorpresa con un frío áspero que te sube que te entra que te agobia es un frío que nace de no sé dónde pero no es normal que te atrapa cuando te levantas que te cercena cuando te afeitas y que te remata cuando intentas pasear desplazarte o simplemente lo imaginas cuando gélido tú lo contemplas por la ventana resulta complicado dar un orden a las cosas o a las palabras o a los pensamientos y a las cosas cuando se habla sobre la blancura del pan y lo único que se quiere hablar es de pensamientos de emociones cuando hablas de la gente y solo piensas en todo lo que nace de ti en todo lo que brota y todo lo que permanece a media voz en sordina a la chita callando a voz en grito resulta difícil poner las cosas en su sitio y las comas y los incisos y todo lo demás para que tu apariencia ordenada no parezca un gurruño de pensamientos nada hilvanados en una tela descolorida y que necesitaría pasar por el remiendo y por una lavadora automática mercenaria y esporádica que funciona con monedas resulta arduo avanzar y detenerse cambiar de sentido y latir con un poco de ritmo avivando el paso hasta correr en un esprín que te agote y que te calme que te serene y te ofusque hasta que no haya nada más que una noche y un sueño para pensar en todo lo difícil que resulta sentirte en paz y caliente y orientado y coherente y sentirte solo sentirte
Esta es la entrada número 23 de mis Blogólogos interiores. La imagen es del Stuart Caiea.