Director de orquesta

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Es el director de orquesta, el director de un mundo que se hunde, el director de las síncopas, de los silencios, de los sostenidos y los bemoles. Fa, do, sol, re la, mi, si. Si, mi, la, re, sol, do, fa. Clave de sol, clave de do, clave de fa. Su batuta manda sobre los instrumentos todos. Un balanceo, y siguen el compás. Un toque delicioso al aire y arranca la sección de cuerda. Una mirada y un parpadeo, y la percusión paciente atrona con diez intensos mazazos al socaire de palcos y plateas. El Paraíso está cada vez más lejos, pero él sigue que te sigue con el balanceo, con las briznas de sudor expelidas al aire frágil. De repente, una sintonía de todos los sonidos se acopla en los momentos finales. El ruido se transforma, armónico, juntando y separando todas las individualidades. El director de orquesta -el director del mundo- baja, al fin, las manos, pero no con la derrota, sino con la victoria de la mejor de las victorias. La victoria de los insurgentes. La victoria de los rebeldes. La orquesta (y el mundo), se vuelven por un  momento uno y el director se vuelve estirado y digno hacia un público inexistente. Por un momento, el director de orquesta se ha creído el dueño del mundo. Pero -esta vez- era sólo un ensayo.

(Imagen de David Sidley)

4 comentarios en “Director de orquesta”

  1. Buenas noches, Raúl Urbina:

    Ayer en la TV3 Catalunya, pusieron la película "Copying Beethoven". Me gusta que tanto libros como cine, cuando tocan historia o biografías se ajusten a la verdad. Pero en la vida todo es dinero, y hay que rellenar. La música, que es la verdadera obra del Genio, quedó escrita, y en este caso, la directora Agniezka Holland, no escatimó tiempo.

    El problema está en que se crea que todo lo que se nos ofrece es lo cierto, y no se profundice. La música ahí está.

    Por cierto, no pude ver quién era el director de la orquesta ni quién interpretaba realmente la música. Luego lo comprobaré. Pero lo que sí es necesario es un buen director, en la música como en todo, aunque muchas veces nos pase desapercibido. Si no lo hay, hasta en las pequeñas cosas, en vez de armonía , se pueden percibir chirridos.

    Y qué gran música la que se encuentra en el silencio.

    Saludos.

  2. Siempre me ha parecido que dirigir una orquesta sinfónica e interpretar a Beethoven o a Schubert tiene que ser lo más de lo más. Pero sentirse como dios puede llegar capitaneando un barco o construyendo un edificio singular, dirigir es una experiencia que puede tener sus satisfacciones y que inevitablemente apela al ego de quien asume la tarea. Luego está la peculiaridad de quien dirige: a veces se colocan los mandos en manos de incapaces, otras en las de buenos gestores, y aún otras veces en las manos de artistas, para disfrute de los rebeldes. Saludos.

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