Los veranos son los momentos del año en los que descubres que algunos animales hablan a chorros y que chorrean con más o más profusión según sean más alegres y jóvenes, cual adolescentes en la piscina. Los veranos son los momentos del año en los que lees que los animales se comunican porque se parecen a nosotros y, por eso, hacen tantas tonterías, cual adolescentes en la piscina. Por eso, también descubrimos en verano que los chimpancés son crueles y nos extrañamos. ¡Qué cosas! Que si muy parecidos a nosotros en genes, que si muy parecidos a nosotros en nosequé… e iban a ir por ahí como la madre superiora, todos de la mano y tocando la guitarra en día de catequesis. Los veranos son los momentos del año en que descubrimos más cosas de nosotros mismos gracias a nuestros antepasados. Los burgaleses, que lo tenemos al lado, comprobamos en la temporada estival que nos comíamos entre nosotros cual merienda con Nocilla, que éramos así o asá y que competíamos con bichos fieros como leones, osos y panteras. También descubrimos que los investigadores son personas como otras cualesquiera -vaya, con estas expresiones parezco un aprendiz de periodista pretencioso- (sin ir más lejos, como los adolescentes en las piscinas de los lugares con toboganes acuáticos), y les gusta también disfrazarse, como si estuvieran en un lejano país de un cercano parque temático. Los veranos son los momentos del año en los que no te apetece mirar la hora y, si te apetece, la acabarás mirando en la uña, en el antebrazo o en el hombro, porque los veranos son muy de gadgets y esas noticias y tal. Los veranos son los momentos del año en los que más salidos estamos (como los adolescentes en las piscinas) y, por eso, tomamos sandía. Para depurar los riñones u otra cosa más o menos atascada. Y al final, descubrimos que el estímulo no somos más que nosotros mismos, que el efecto placebo cubre (en el más estricto sentido del término) su significado más auténtico: te gustará (en el más estricto sentido del término). Los veranos son los momentos del año en los que descubres que soltando cuatro gemidos orgiásticos te sueltan noventa euros. Los veranos son los momentos del año en que te recuerdan que los veranos no siempre relajan, sino que también estresan. Chuminada monumental. Los veranos son los momentos del año en los que más calor siento por fuera (si el frío de esta maldita ciudad me deja) y en los que más frío siento por dentro (si el calor de este maldito cuerpo me deja). Por eso, los veranos son los momentos del año en los que descubres que nada ha cambiado. Como los adolescentes en las piscinas.
(Imagen de Tonymadrid)
beluga
Las belugas son unos seres preciosos. No puedes dejar de mirarlos…
Juas juas muy bueno lo del parque temático…. (que no lo vean los chimpancés…)
Pues no sé qué decirte… los veranos nos desnudamos más, eso sí, pero los inviernos son épocas de introspeccion, de sosiego, de melancolía (me gustan mas los inviernos). Muy bueno lo de los 90 Euros por fingir orgasmos (tambien lo he leido). Besotes, M.
Ayer llegué a Burgos después de pasarme toda la semana trabajando en los madriles así que el calor de aquí sí que me parece una chuminada. O una sensación envidiable, según se mire 😉
Comparto tu opinión, en verano es cuando más nos descubrimos a nosotros mismos. Tomo nota.