Un año en 2500 tuits y la felicidad impostada #2 febrero

Trineos

Se resiste porque se superan los límites. Se resiste porque estamos programados para soportar mucho más de lo que imaginamos (pero menos de lo que soñamos). Eso provoca que seamos más inconscientes, más atrevidos y que sepamos que no siempre resiste el más veloz. No tiene que dar miedo tener sed cuando la sed es símbolo de muchas cosas, todas ellas lógicas, todas ellas naturales. Y no vale tener un sendero marcado, no valen los caminos: los métodos solo valen hasta que nos encontramos con otro enigma desde sus comienzos, desde sus inicios. Ni siquiera valen métodos para conocernos a nosotros mismos, por mucho que una máquina nos enfoque los ojos y detecte la reacción de nuestras pupilas.

Se resiste porque no caemos en el riesgo de parecer demasiado cuerdos. Porque nos atrevemos a visitar los lugares peligrosos, disfrazados de todas las maneras, pero siempre recubiertos con el mapa de una conducta que no oscile en los vaivenes de la conveniencia. Porque a veces basta con llamar para decir las cosas que parecen evidentes, viendo girar las ruedas al ritmo de John Lennon. Las historias magistrales son siempre historias imperfectas, con huecos y disonancias. Las historias magistrales no son esas en las que el gran carnaval eres tú mismo, para tu propio regocijo, para tu propia autocomplacencia. Las historias magistrales son una forma individual de sufrir, de amar, de fallecer que se extienden a la experiencia de todo el mundo. Que se reconocen. Que levantan ampollas o que consuelan.

Al final, ¿qué nos queda? El recuerdo de una sonrisa, que ejerce como trineo de nuestra memoria. Y ganar… perdiendo.

Facebook, por estas fechas, te hace un regalo estupendo: te configura y empaqueta una selección de publicaciones y fotografías para enseñarte lo maravilloso que han sido los pasados meses y para congratularte de haberlos podido compartir con tus amigos. Como soy un pitufo gruñón con ansias de transcendencia, enseguida me manifesté públicamente negándome a secundar esta farsa. Algunas personas, en privado o públicamente, se sentían algo molestas, pero no entendían que yo no criticaba el que ellas lo hicieran (como juego, como algo bonito o, simplemente, porque les daba la gana). Mi regalo quería que fuese mío: repasar lo que había escrito en las redes sociales y hacer balance. Pues eso.

La imagen es de Skip.

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